Che en mapuche significa "gente".
"Era igualito que Jesús", dice Dorita. Aunque algunos dicen que lo vieron por aquí vivo, no hay noticias de que Guevara haya estado en Vallegrande. La arquitectura de este poblado de cuatro mil habitantes casi no ha cambiado. Todo lo demás sí, gracias al Che. Apenas once meses estuvo en Bolivia, once meses de los que han pasado 37 años, pero todos recuerdan la imagen de Guevara bajando del cielo atado a los pies de un helicóptero del ejército boliviano; según algunos, con los ojos abiertos.
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En estas tierras el Che tiene estatura de santo: San Ernesto de La Higuera, santo de Vallegrande, que llegó del cielo en helicóptero. "Se purificó su almita, luchó por los pobres, sufrió su asma, sus enfermedades, la falta de comida, así entró al cielo purito", dice Dorita. Lo mismo opina Ernesto Vargas Padilla, de 13 años: "Qué nombre que tengo, ¿no?", dice. "El Che logra que los milagros se cumplan. Uno le reza, el Che va y habla con Dios y entonces Dios concede el milagro. El Che es un intermediario ante Dios".
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Apenas aparecieron las primeras fotos del Che en el pueblo, muchos compraron para prenderles velas. Cada 9 de octubre, por pedido de Vallegrande, el párroco de la iglesia conmemora su muerte con una misa. "Pagamos y pedimos una misita por San Ernesto de La Higuera. Durante ladictadura sólo pedíamos una misa por Ernesto, porque Che era sinónimo de comunismo", dice Dorita.
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Favio y Manuel invitan a conocer la escuelita, hoy ilustrada con un mural de unos rosarinos. Todo cambió desde la conmemoración de los 30 años de la muerte del Che, día en que el pueblo cambió de nombre. Ahora, un busto inmenso adorna la plaza. Manuel dice que el almita del Che se le aparecía las primeras noches, hasta que se limpió la sangre de la escuelita. Las paredes están llenas de imágenes y frases.
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En "Las cartas", Ana Escalante sueña con el Che, que se le aparece para salvarla de su miseria y enseñarle a su hija Angeles, que espera la improbable llegada de su padre, la frase Di buen día a papá. "Las cartas" alude a la cadena formada por algunos oficiales para evitar la maldición que sufrieron muchos de los militares que lo asesinaron.
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En el año 1967 nadie sabía qué era el comunismo, una guerrilla o ese diablo que el ejército llevaba meses persiguiendo. El parecido entre su cuerpo de la lavandería y el de un Jesucristo martirizado fue tan asombroso para la gente -hasta para las monjas del hospital- que, aún hoy, una misa semanal a petición de los vecinos honra su presencia en el lugar y fotos suyas adornan las paredes de las casas junto a la estampa del Señor de Malta, patrón del pueblo. El "Che", al que los campesinos denominan San Ernesto de La Higuera, es una figura importante del imaginario religioso en la zona. Curioso destino el de un ateo convertido en santo.
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Doña Ligia recuerda que el día que trajeron su cuerpo en helicóptero, ella, todavía una niña, salió corriendo de la cooperativa donde trabajaba y se fue a la lavandería. Pasó a su lado, el olor era fuerte, el torso y las piernas desnudas, "me fijé y no tenía ni una picada de mosquito, algo extraño, y aquellos ojos. Aquellos ojos que te seguían". Confiesa que guarda como amuleto un mechón de su pelo, siguiendo una ancestral tradición de la zona, y sentencia, emocionada: "A él le mataron el cuerpo, pero su espíritu está en cada uno de nosotros. Su sangre se mezcló con la tierra de este pueblo".
4 comentarios:
Buenísimo, es simplemente buenísimo.
sin palabras..definitivamente si se mezclo su sangre con la tierra...me encanto
gracias.
Kutumancia: ahí agregué un link a tu blog.
saludos
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