viernes, diciembre 27, 2013

La explosión que no fue (el lado B de El ataque a Villa Celina)

por Pablo Ayala

En 1993 yo vivía en Villa Celina. Tuvimos que dejar la casa donde vivíamos y Sole se fue a lo de los tíos, mamá vivía en una pieza y yo con Morata en la casa de Pocha, su vieja. Para ese entonces trabajaba en una tienda de la calle Avellaneda y los sábados trabajaba medio día. Uno de esos sábados en que yo salía a tomar el 36 rumbo al trabajo sucedió algo que siempre conté como hazaña y como nunca nadie me creyó quedó sepultado en el arcón de los recuerdos. Volví a revivirlo gracias al escritor Juan Diego Incardona, autor de esa joya que es “Villa Celina”, que en dicho libro escribió “El ataque a Villa Celina”, algo así como otra versión de lo mismo que yo viví y me animó a volver a recordarlo, y sobre todo, a escribirlo.
Como ya dije era un sábado, vivíamos en el 7mo piso del edificio 11 del complejo llamado Barrio General Paz, iba a la tienda de la calle Avellaneda para lo cual debía tomar el 36. Serían las 7 y media de la mañana y al bajar del as-censor vi a un tipo en calzoncillos gritándole a Chavez, el portero, que hiciera algo. Al mismo tiempo sentí un fuerte olor a gas y un ruido terrible, como si algo enorme estuviera desinflándose. Resulta que en aquellos años de la priva-tización menemista alguien había saboteado los caños de gas natural y éste venía con más presión de la debida con lo cual estallaron estufas, calefones y cocinas. Si no ocurrió algo más grave fue porque era sábado y temprano y nadie estaba aún levantado. Chavez y el tipo en calzoncillos salieron a tocar los porteros eléctricos de los edificios vecinos para avisarle a todos que bajen, que cualquier chispa podía hacer saltar todo y como la madre de Morata no tenía portero empecé a gritarle hacia la ventana. Cuando Carlos, su pareja, se asomó le dije que bajaran, le expliqué a los gritos lo del gas y que la cosa podía ponerse delicada y que en cualquier momento podía volar el barrio por los aires. Fue entonces que cortaron la luz y no había ascensor y toda la gente del edificio corría por las escaleras. Pasó Roberto, el loco del sexto, y pasó la colorada del segundo con un camisón transparente. Pero Pocha y Carlos no aparecían. Entonces temí lo peor y ahí saqué ese héroe que todos tenemos dentro y, mientras todos huían despavoridos escaleras abajo, yo empecé a subir a buscar a mis amigos. Los encontré en el cuarto, Pocha había decidido que si le tocaba morir ese día, que la muerte no la encontrara sin peinar y sin pintar. La dignidad ante todo, en medio de vecinos semidesnudos y despeinados. Los agarré y bajamos corriendo hacia el parque. Cuando todo se arregló, me fui a trabajar y después a ver a los muchachos a Catán donde conté mi acto heroico que por supuesto nadie creyó. Ni siquiera cuando Crónica tituló al otro día “Casi explota Villa Celina”. Pocha murió 14 años después de un cáncer fulminante que la tuvo agonizando una semana; a su entierro fuimos Morata, Carlos, el Gordo Capola y yo llevando su cajón. Esa vez no la pude salvar. Cuando leí el libro de Incardona, esa misma noche la soñé. Y obviamente estaba bien pintada y bien peinada, vos viste cómo es esto: la dignidad ante todo. 5 de Diciembre de 2013

jueves, septiembre 05, 2013

Estuve en La Rioja con Silvana Lanchez y el bibliomóvil de Conabip. Fuimos a visitar bibliotecas populares y colegios secundarios. Entre todas las cosas que vi, que escuché, y que ya atesoro como recuerdos valiosos, una historia me pareció fabulosa. En los llanos riojanos, en medio de la sequedad y el polvo, de donde misteriosamente salieron tantos caudillos, una localidad (Chepes) reinaguró hace poco tiempo la biblioteca popular Juan Rulfo. Me contaron que muchos vecinos preguntaban quién era ese tal Rulfo (claro, si uno recorre las bibliotecas populares argentinas, descubre que la mayoría tiene nombres de la tradición local y la gente está más acostumbrada a ver carteles que dicen Manuel Belgrano, Mariano Moreno, o, en este caso, Facundo Quiroga o Chacho Peñaloza ). Me contaron, también, que los fundadores de la biblioteca en cuestión contestaban: “porque este lugar es igual a Comala”. Parece que ninguno había viajado a México, pero habían leído Pedro Páramo y El llano en llamas. Por el viento, los fantasmas, el polvo, “la gelatina de los ojos se derrite. Los cabellos arden en una sola llamarada”. En Chepes, La Rioja, Departamento Rosario Vera Peñaloza, maestra de la Patria.

lunes, agosto 26, 2013

Explosión

Gotitas / miguitas / papelitos
pajaritos / ramitas / vientito 
/ silencio /
/…/
[oscurece]
y cae un rayo cruzando el norte como una serpiente venenosa,
los edificios retumban, se inflan los ambientes y explotan los vidrios
y en cámara lenta cae la gente al vacío junto a sus muebles y sus tazas de té;
picados por la serpiente los teléfonos suenan al mismo tiempo y se caen de las mesas,
como un rosario de últimos alientos padrenuestros y diostesalvemarías
rezan el tintinear de las familias que insisten hijo, padre, madre,
las bocas se llenan de fuego, humo, Diosmíoayudame,
las bocas se llenan de aire con tierra
[amanece]
[Un estruendo, el temblor y una extensa columna de humo gris. La explosión que afectó esta mañana a un edificio…]
Y caen por el ojo del tornado los vecinos
gotitas / miguitas / papelitos
[gotitas puntiagudas de la altura
que si te pegan te lastiman,
se te incrustan en la cabeza y en el cuerpo
como las moneditas al mendigo]
caen pajaritos / ramitas / vientito
cae todo
y en las espirales de la vida la cama está sobre la espalda,
la silla está sobre los hombros,
la televisión está sobre sus caras
/ silencio /
Se evaporan las gotitas
que gotea la canilla antes
de que el agua toque
el suelo.

lunes, julio 29, 2013

Ampere (Chuquisaca, 2013)


Las batallas en el centro urbano que culminan en los recorridos de Ampere, de Juan Incardona, son trabajadas en base a una escritura que, entre otras cosas, hace ingresar como parte constituyente de sus materiales a los procesos que sintetizamos en la fecha 19 y 20 de diciembre. El presupuesto acá es: hay un estado de la sociedad, de la imaginación y de la lengua que se ha modificado, y con esa modificación trabaja este texto. Utilizando elementos de la ciencia ficción, del Burgess de La naranja mecánica y del cancionero ricotero, aparecen como elementos centrales la inestabilidad de las cosas y la posibilidad de cambios radicales, la búsqueda narrativa de diseccionar y poner en crisis la historia y lo instituido y una escritura que en la creación de mundos ahonda en los mecanismos de la sociedad, de las relaciones humanas y del poder.
Sebastián Hernaiz


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viernes, enero 18, 2013

Marina Kogan / publicaciones

Hoy, 18 de enero, al cumplirse el segundo aniversario del fallecimiento de nuestra amiga Maru Kogan, ponemos en línea una página especial en el interpretador, desde donde se puede acceder a todas sus publicaciones en la revista y en otros sitios web.

http://www.elinterpretador.com.ar/MarinaKogan-Publicaciones.html