lunes, enero 24, 2011

Maru y el amor

El próximo 14 de febrero se presentará la antología El amor y otros cuentos, compilada por Damián Ríos y Mariano Blatt para Mondadori y que consta de doce relatos de autores jóvenes. El mismo día que salió de imprenta, Marina Kogan fallecía en Buenos Aires a los 28 años de edad. El libro incluye un cuento suyo, titulado Una mujer sola parece superhéroe.


“Pocos minutos después –cuenta- yo también me pierdo entre la gente, zapatos, zapatillas, escaleras, la calle, tacos y botas. El mismo camino cuando lo hacíamos juntos era más lento, o rápido, pero a nuestro tiempo, un ritmo de los dos, mirar a los demás y comentar la ropa o un gesto, o esa pareja que ni se mira, aburridos, sin hablar, cada uno en lo suyo. Siempre hablamos de parejas. Nos poníamos en una línea paralela, libres de cualquier minucia de pareja tradicional no por excéntricos sino porque nos entendíamos como ningún otro podía entender a cada uno. Dos nenes que juegan un juego inventado por ellos indescifrable para los demás. Nada raro. Inexplicable, quizá. Pero no raro. El más simple juego de encastre: encastraba. Éramos indestructibles. Una pareja superhéroe frente a las parejas aburridas. Pareja infancia…”


Casi tres años antes, Maru publicaba en la página Hablando del asunto un breve ensayo sobre literatura y amor.


“Ay, amor

Me proponen escribir una columna para Hablando del asunto. Lo pienso, acepto y no tardo en decidir que escribiré sobre Literatura amorosa. Poco después me pregunto ¿Literatura amorosa, Literatura y amor o Literatura de amor? No lo tengo claro, y podría no darle demasiada importancia a la distinción entre las tres denominaciones, pero ¿cómo no? Ahora sí demoro en decidir que será sobre Literatura y Amor, lo cual contiene pero también excede la Literatura amorosa, mientras que Literatura de amor queda afuera simplemente porque no me gusta llamarla así.

Voy a escribir sobre Literatura y Amor, sobre la relación, sin jerarquías.

(…)

Como la Literatura, el amor se vuelve texto en su condición de inasible. Distinto de la muerte, que no tiene otra posibilidad que sernos desconocida, el amor parece estar siempre ahí, es pura experiencia, pero justo cuando queremos dar cuenta de que lo conocemos y podemos escribirlo se nos revela como un espejismo efímero que volverá viejo nuestro texto y nos pedirá uno nuevo (como escritores, como lectores).

El amor es el fantasma prófugo que se escribe sin cesar. La experiencia del amor, quizá por ser la más auténtica de las experiencias, no resiste consagrarse a la eternidad de ser palabra en un texto. Ya sabemos que la pasión amorosa es la fantasía de hacer perdurable un instante, de arder para siempre. Por eso, pese a la imposibilidad de escribirse, el amor no puede dejar de ser escrito: el amor es grafómano, su mejor morada es la Literatura.”

Pese a la imposibilidad de escribirse, la literatura busca al amor. Como Maru buscó este beso, abriendo cajas chinas hasta encontrarlo, con sencillez y belleza, en uno de los primeros poemas que publicó en la revista el interpretador, de la cual formó parte junto a sus amigos durante tantos años.

Beso
en un banco
de una plaza
una noche
después de una fiesta.

*

En enero de 2007, yo andaba triste y bastante perdido, porque me acababa de separar de una novia de muchos años. Para colmo, no tenía casa. Generosamente, Maru me albergó varias veces en su departamento de Almagro. Llegaba a la noche, después de buscar alquileres, y descubría que ella me había preparado una comida y la cama de su cuarto de huéspedes.

En aquellos días, uno de los compiladores del libro que abre este texto, Damián Ríos, me llamó por teléfono para invitarme a leer en el Jardín Botánico, en un ciclo donde participarían también autores reconocidos. En ese momento, yo aún no había publicado nada (Objetos maravillosos salió en diciembre de 2007) y me sentí halagado y sorprendido por la propuesta, pero también nervioso. Maru me apoyó y enseguida planeamos repetir una lectura que ya habíamos hecho con el interpretador en San Telmo: el cuento La culebrilla. Cuando llegó el día, volvimos a leerlo a dos voces, entre pajaritos y flores, mientras atardecía.

Por la ventana / puedo ver a los dos una tarde / te quiero / entrando al parque de la mano / con los cuentos en la mano/ los amigos en la mano/ los amores en la mano. / Ahora muerdo limones en el medio del humo/ en esos rostros lejanos veo nuestras caras cercanas/ en las risas felices veo estrellas muriendo/ habrán pasado millones de años / habrán pasado millones de años.

*

Abrimos nuestros blogs casi al mismo tiempo, en agosto de 2005.

http://lolamaar.blogspot.com/2005/08/bienvenida.html

http://diasqueseempujanendesorden.blogspot.com/2005/08/esto-es-lo-que-hay.html

Marina, o Lolamaar, empezó, casi desde el principio, a orientar su textos en torno a las relaciones sociales, a la amistad y los amores, en ocasiones felices, pero generalmente melancólicos:

Como el 18 de agosto de 2005, cuando escribió:

“Soñé con Alguien. Dormimos abrazados en el piso, o algo así.

O el 24 de agosto de 2006:

“… Él dice que escribo lindo pero me gustaría sorprenderlo con violencia. Es que me gusta su gesto sorprendido. Su cara de no sos tan blanca. Me gusta este juego de mil facetas: justo cuando parece que veremos un atardecer tranquilos, se desata un huracán. Ahí no soy ni una ni otra, ni así ni asá. No necesito elegir una de todas las vetas. Hay lugar para todos los colores. Pichona y leona, yo también puedo consolarte cuando necesites. Vení, probá. Voy a derrumbar tus certezas.”

O dos días después, el 26 de agosto:

“Es difícil no pensar que se trata de una maldición divina, un merecido castigo o el desenlace trágico para unos meses de fatalidad. Edipo, tus ojos. Marina, sangrando.

Un rayo te parte después de que justamente aquello, en algún momento sagrado, se profanara hasta volverse un sonámbulo caminando sin rumbo.

Desenlace: La maldición llega al final de la tragedia, aunque a veces (¿siempre?) el héroe no recupere nunca más la normalidad de su parte maldita.

Que duela tanto como el dolor que has provocado.”

En ese costado doloroso del amor, Maru intuía también la esencia del sentimiento, como marcaba, al citarla, en la presentación de los poemas de su amiga Marina Mariasch en el interpretador número 21.

“En la ruta pasan los camiones de sandía y de ganado, y en la casa, nosotros, silenciosos, vive en un peligro cálido, con miedo y planes secretos, uno cerca del otro o cuidadas por un encanto, pero siempre al borde, siempre peligro, porque

en el peligro está la salvación.”

Podría agregar muchísimo más en este recorrido, casi cualquier fragmento de sus cuentos, guiones, crónicas, diarios. Hoy tomo conciencia de la cantidad de textos que Marina ha producido en tan pocos años y eso, en medio de la tristeza, me reconforta, porque en su escritura, que a ella apasionaba, vive / con los cuentos en la mano/ los amigos en la mano/ los amores en la mano./

“Bailar con los chicos. Bailar con vos. Bailar y bailar, hasta que sólo así, podamos calcular la nueva medida de las cosas. Y las cosas se hicieron nuevas, las medidas novísimas. Nada de lo que había sido hasta ahora nos alcanzaba. Palabras de amor para todos, para vos y para mí desde las estrellas.” (Lolamaar –Marina Kogan-, 6 de noviembre de 2006)

sábado, enero 22, 2011




Lectura a dos voces de La culebrilla (Villa Celina), junto a Marina Kogan.
El interpretador, San Telmo, 2 de abril de 2006.


Por la ventana / puedo ver a los dos una tarde / te quiero / entrando al parque de la mano / con los cuentos en la mano/ los amigos en la mano/ los amores en la mano. / Ahora muerdo limones en el medio del humo/ en esos rostros lejanos veo nuestras caras cercanas/ en las risas felices veo estrellas muriendo/ habrán pasado millones de años / habrán pasado millones de años. /Toco la ventana y los dedos son lápices en el vidrio / al escribir nuestros nombres nada bueno sucede/ apenas perforan el sueño con la porquería/ sangran la nube por la poesía. /Porque he sido infectado con la porquería/ ya no puedo caminar/ no puedo cantar/ ni hablar/ ni decir o mover alguna parte del cuerpo salvo las manos/ manifestantes anacrónicas sobre el teclado/pajaritos estrellados/ sin alas ni plumas ni picos / con las vistas perdidas/ metidas / debajo/ en el líquido de una bolsa fantástica/ donde nos arrugamos de nuevo en posiciones fetales/ y en los más viscerales/ recodos / seguimos hablando palabras sin sentido / ¿Qué pasó? / Nos caemos / entre raíces y muertos/ amiga nos caemos. / Allá en la superficie / las piernas quedan olvidadas / quemadas lentamente por la siesta / sobre capas de sales y cuarzos / mientras nosotros / minerales/ acá nos caemos/ Somos cenizas en la tierra / que se acuerdan de todo. / Por la ventana puedo ver / a los dos una tarde / te quiero /entrando al suelo de la mano / con los cuentos en la mano/ los amigos en la mano/ los amores en la mano. / Habrán pasado millones de años / habrán pasado millones de años /

martes, enero 18, 2011

Marucha

Si pudiera invertir el remolino de este agua, quizás todos los arroyos y los ríos y los mares cambiarían su curso. Nos volveríamos locos de alegría. Nos daríamos besos y tantos abrazos. Nos diríamos te quiero mucho una y otra vez, una y otra vez; no quedaría lugar para otras palabras. Pero la mala suerte nos trae millones de palabras diferentes y a todas tenemos que soportarlas, día y noche, solos o acompañados, en casa o en la vereda del hospital, mientras vos, sin palabras, latís, latís, latís.

*