jueves, febrero 28, 2008

Aceleración angular

ampere 25

Camina, camina, camina, camina, camina, camina, camina, camina, camina bichito escondido en el tránsito, actuando la rutina, reflejado deforme del trabajador, contrario del civil, movido por instinto criminal, pinchando venas burguesas, con efecto sorpresa, en contrabando, detrás de la opinión pública, ajeno a los medios de comunicación, con discurso antipastor, camina y corre, bichito camina que parece volar, camina sobre las corrientes ascendentes, a paso de aeroplano, levantado de la vida en bruto, con las alas desplegadas tapando el sol y la reserva de oro, por nublar la ciudad, por oscurecer el Municipio, la Escuela y el Museo. Contra el ciudadano, contra el maestro, contra el artista. Levantado de la primera juventud, recogido de la tierna edad de su anarquía, el bichito come a su padre por qué y para qué, cómo y cuándo y en el doble discurso, saltando en los compases del pentagrama, como un incordio libre, un radical libre, una peste germinal, la peste contraideológica, una gotera de la monotonía, la gotera donde nacen los hongos, una corrupción edilicia, la corrupción del instituto, un recuerdo que carcome la conciencia, el recuerdo que no ha sido elaborado, un virus transmitido entre líneas, el virus del organismo escolar, que respira metido entre pedagogías, que bebe las aguas residuales de los catecismos, que se come la carne crecida de las representaciones familiares.

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miércoles, febrero 27, 2008

Igor

por Cecilia Eraso.

Sobre Igor, de Federico Levín, Editorial Gárgola, Colección "Laura Palmer no ha muerto".


"Me topé con Igor en la pequeña feria de libros de los Villancicos Vrutales, festival de rock, poesía y narrativa que se hace en Neuquén desde hace dos años. No tenía ningún dato sobre el libro, por lo que en ese momento tuve que reconocer el poder magnético del paratexto: se la compré al autor porque la contratapa promete..."


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Sigue acá, en el interpretador, libros.

martes, febrero 26, 2008

Sensación de alerta

ampere veinticuatro

Acaso escuchamos la explosión, acaso la noticia, acá soñamos la transformación de nuestras caras. El hongo venenoso toca el cielo. Movimientos de electrones mutan los aspectos. Ancianos jóvenes, animales hombres, hombres animales, jóvenes ancianos. La velocidad aumenta. Multiplicamos la masa por la fuerza y la dividimos en tiempo moderno. El viejo instinto, la sensación de alerta, parpadea luces rojas. Una multitud aparece de la nada. Es la guerrilla de Huscarles que sale de la selva. La posguerrilla adolescente. Quieren venir con nosotros. Roque me consulta con la mirada. Yo no tengo problemas. Roque está en Roque. Alrededor, casilleros de adoquines atraviesan el mapa. Nuevas tropas pisan las cuadrículas. Junto a los cordones, el aceite flota en el agua de la zanja, muestra el futuro en su lentísima dinámica. Cómo veo. Como veo. Segundas personas llevan mi apariencia, en la conversación y su conservación, por la romanización y su armonización, hacia el desamparador y su desparramo. Pinchavenas. Comecarnes. Masticahuesos. Raspan la cabeza con los dientes. Despellejan el cuero hasta pelar el cráneo. Apuran con expresiones rápidas, por la inercia de Jael multiplicado, la inercia del enamoramiento. Los Huscarles pegan alaridos. Roque se entusiasma. Yo miro la realidad en la zanja. Los reflejos juveniles, deformes y crecientes, fagocitan artistas. Las manchas tornasoladas envenenan la calidad de las muestras. La mugre, arrastrada por la euforia de la lluvia, cubre las representaciones que vendrán. La población entra en pánico. Los adolescentes salen a su encuentro.

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sábado, febrero 23, 2008

Las grúas de Babilonia















ampere 23

Piedra tras piedra noxa, paso tras paso noxalis, sobre el fondo empedrado de la ansiedad, en dirección a Primera Junta. Hombres oscurecidos por el ala esperan en las paradas de los colectivos. Rugen motores y explotan caños de escape. El humo cubre el cielo. El humo cubre las caras. Grúas estatales remolcan autos mal estacionados. Grúas morales remolcan personas mal estacionadas. En la neblina, desfilan ciudadanos, artistas y composiciones variadas de la Babilonia. Van al trabajo. Vuelven del trabajo. En los intermedios, comen al paso, parados frente a los puestos. Las ordenanzas municipales no pueden leerse, porque han sido borradas por el humo de las parrillas, pero la ley se transmite igual, de boca en boca, para que todo se mantenga en su justa medida.


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viernes, febrero 22, 2008

El cocinero salvaje

Cierra sus puertas otro referente de la blogolandia literaria argentina

Cuento "La culebrilla", objeto de investigación médica

http://www.atdermae.com/pdfs/atd_29_05_09.pdf

Prof. Dr. Miguel A. Allevato

"La búsqueda se inició por herpes zoster pero al avanzar la navegación aparecieron las denominaciones populares "fuego sagrado", "fuego de San Antonio", "culebrilla", las cuales se incorporaron como palabras clave a la investigación."
(...)

"Las lesiones clásicamente aparecen a lo largo de una sola dermatómera y unilateral. En el tronco tiene distribución en hemicinturón. Las lesiones también pueden comprometer el territorio de los pares craneanos V (conjuntivitis mucopurulenta, queratitis, uveítis), VII (parálisis facial); parálisis de pares craneanos (compromiso de la motilidad extraocular), el ganglio geniculado (síndrome de Ramsay Hunt con vértigo, tinnitus y trastornos auditivos). Versión popular extraída de la obra de Juan Diego Incardona "La culebrilla". "Me había agarrado una especie de sarpullido en la panza que se veía horrible. Eran unos granos gigantes mezclados con otros más chiquitos adentro de una mancha roja que se alargaba hacia los costados.... Rosa dijo: -Le agarró la culebrilla ... La otra señora le dijo al oído a Celina: -si se le juntan las puntas se puede morir, hacelo ver"… "
(...)

"Culebrilla: Se denomina así porque los gauchos de la Pampa Húmeda de la Argentina suponen que su contaminación proviene del paso de una víbora o culebra sobre la ropa extendida para su secado sobre los cultivos. La creencia incluye la certeza de que si la cabeza se junta con la cola tiene consecuencias fatales para el portador."

jueves, febrero 21, 2008

ampere recargado veintiuno y veintidós

21. La farmacia alternativa

Muevo la palanca y salgo de ahí. Los santurrones avanzan y retroceden por las veredas. La musculatura tiembla por movimientos involuntarios, a causa de la represión. El instinto me desvía los ojos y los pone fijos en las presas: ciudadanos de distintas edades. A todos los acuchillaría, pero como estoy apurado, guardo los aceros en los bolsillos y camino tan tranquilo como puedo, dos cuadras hacia el norte, hasta que llego a la farmacia alternativa de los Chichos. Los hermanos me atienden con eficiencia y dispensando la necesidad. Complacido, les retribuyo con la buena propina, aunque debo reconocer que no me faltan ganas de sacarle las pepitas a uno, al más alto y gangoso, que no para de repetirme su agradecimiento glotal por la compra. Rápidamente, el moralista me toma de rehén al extranjero, atándolo con nudos marineros a la silla turca de la hipófisis, así que me saca del negocio hecho una seda. Ahora voy hacia mi casa. Roque debe estar por llegar en cualquier momento.



22. Los yoes y las voces

Al llegar, lo encuentro a Roque en la vereda haciendo el circumverso.
—Qué haces, Jael.
—Qué hacés, Roque.
—¿Vamos?
—Vamos, pero esperame que agarro unas cosas y le hago un tingo al inodoro.
—Bueno.
Entro cantando las palabras como pétalos de un mal, hago un mundatio breve y arreglo la apariencia, le dejo comida a Ayax y a Pulchino, riego las plantas del patio, tomo un Amoxidal 500, me pongo la mochila negra y salgo otra vez.
—¿Cómo vamos?
—Me parece que lo mejor es salir para Primera Junta y tomar el subte, ¿te parece bien?
—Sí —le digo, y empezamos a caminar hacia Rojas por la perspectiva.
Al pasar por la casa de la Chica Gótica, me muero de ganas por tocarle el timbre, pero me impongo un imperativo categórico y sigo adelante tratando de no mirar.
—¿Te pasa algo? —pregunta Roque
—Nada —le digo, y sigo la romería, en silencio pero hablando conmigo mismo, paso a paso, una larga conversación entre los yoes y las voces, entre las palabras de ahora y las palabras hechas de cadáveres exquisitos, que mezclaron los años y la gente.


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Después de vender objetos maravillosos

A partir de esta noche, voy a leer cuentos todos los jueves de 1 y media a 2 de la mañana, en la nueva Cueva del rock and roll, Centro Cultural Pachamama, Argañaraz 22, Estado de Israel y Pringles. Saludos, Juandé.

martes, febrero 19, 2008

ampere diecinueve y veinte

19

Prefiero seguir mi camino hacia la farmacia. Pongo un pie en la calle. Un colectivo pasa rasante y me salpica la ropa con el agua podrida del zanjón. Criiiiii. El extranjero llama por teléfono. Atiendo. La sed de venganza sube los niveles del muñequito y empiezo el atletismo. Lo corro varias cuadras, hasta que por fin lo alcanzo en un semáforo. Qué suerte, tiene la puerta abierta, así que subo y lo encaro al conductor, que no entiende nada, y lo arrastro por el interior del coche, agarrándolo de los pelos. Los pasajeros, dispersos, depositan sus razones en las cosas, en los asientos, las ventanillas y los espejos inclinados. A mitad del pasillo, el cuerpo del chofer es mi botella de tinta. Yo la estreno, destapándole la boca. La verborragia corre por las canaletas de goma, formando largas oraciones en el piso. Tarde o temprano, suena el timbre y la escritura cesa, porque el hombre ha llegado a la parada. Chau, desciende por la puerta de atrás.



20

Camino por la calle ondulante. Fuerzas de la conducta, encadenan bocinazos y desencadenan motores. La población se dirige al centro de la ciudad, en un tránsito lento. Los carteles de señalización orientan el sentido de la neurosis. Las publicidades orientan el sinsentido de la psicosis. Las fuerzas de la ley dan clases de apoyo. En la profundidad del sonido, oigo el clamor que proviene de las casas que generan monstruos. Al llegar a la farmacia, me atiende el viejo de siempre. Le pido lo mío, pero no me contesta. Se muestra preocupado. Entonces le digo imbécil, cuántas veces se lo tengo que repetir, tráigame dos cajas de Amoxidal 500. Con la cabeza gacha, contesta que no queda más. El ignis se me sube al ojo. Le digo viejo del orto, ¿cómo que no hay más? Tembloroso, dice no se preocupe, le puedo vender el genérico, la droga es amoxicilina 500. Que te parta un rayo, viejo forro, quiero amoxidal 500 y no me digas que no tenés ni me vengas con la sanata. Ahora con un poco más de entusiasmo, levanta la voz y dice no entiende que no tengo, ¿qué quiere, que lo invente?. Yo miro alrededor hasta que descubro una botella de no sé qué mierda azul y se la parto en la cara y le digo forro hijo de mil puta, traeme lo que te pido. El viejo se larga a llorar. Salto el mostrador, le hago un consputo de flema y lo empujo contra los estantes, que caen en efecto dominó. Me tiro encima, lo agarro del cuello, hasta que se queda sin aire. Chau, toma el tren hacia el sur que allá te irá bien.



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lunes, febrero 18, 2008

3 chilenxs poetas
3 narradoras argentinas

Jorge Polanco Salinas
Guido Arroyo Gonzalez
Elizabeth Neira
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Valeria Tentoni
Clara Anich
Sonia Budassi
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música a cargo de
Pandolfelli - Millán

presentador a cargo
Funes
( de yapa vamos a escuchar
Hayseed Dixie )

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miércoles 20 febrero - 21 hs
CCPachamama
Pje. Argañarás 22
e / Estado de Israel y Pringles
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entrada gratis
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mirá las editoriales que van a vender sus libros esa noche

Editorial Funesiana // Editorial Siesta // Editorial Entropía // )el asunto( // El Suri Porfiado // Alquimia - Chile // Editorial Tamarisco // Editorial Fuga - Chile // Editorial Carne Argentina // Editorial Gárgola por El Impulso Nocturno del Grupo Alejandría y por Una chica de provincia de Selva Almada // Editorial Huesos de Jibia x ¿Con quién dormías? de Guadalupe Muro //

jueves, febrero 14, 2008

mandarina mandarina mandarina, llega la gloriosa banda de villa celina, suena suena suena la bocina, en el sudoeste de la república argentina


VILLA CELINA

-Prólogo
1. La culebrilla
2. El Hombre Gato
3. Los reyes magos peronistas
4. El hijo de la maestra
5. El túnel de los nazis
6. El ataque a Villa Celina
7. Emmeline Grangerford
8. Bichitos colorados
9. El malasuerte
10. La guerra
11. El midi
12. El Canon de Pachelbel o La chinela de Don Juan
13. El 80
14. Los rabiosos
15. Pity
16. Luzbelito y las sirenas
17. Víctor San La Muerte
18. Metálica
19. Tino
20. Walter y el perro Dos Narices

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autor: Juandé.
ilustraciones: Daniel Santoro.
PRÓXIMAMENTE!
X eDITORIAL nORMA

martes, febrero 12, 2008

Rexistencia 44 - Eleva tu glamour hasta las nubes

El sábado a la noche, después de vender anillos, me tomé un bondi para mi casa. Iba lleno, pero de a poco fui llegando hasta el fondo. Entonces me pareció reconocer una cosa verde, un objeto familiar. Me acerqué más y lo miré bien. Era mi libro: Objetos maravillosos. ¿Qué hacía ahí?

Estaba en las manos de un desconocido, que lo venía leyendo, sentado en el medio de los asientos de atrás. ¡Pero qué loco! Al principio, me descoloqué, pero pasada la sorpresa lo encaré y le pregunté ¿Y? ¿ Qué onda el libro? El flaco no entendía nada. Cuando comprendió que yo era juandé, empezó a llamar a los gritos a un amigo, que viajaba dos o tres asientos adelante, en la fila de uno. “¡Che! ¡Este es el autor! ¡Este es el autor!”.

Los pasajeros miraban desconcertados. Los lectores se cagaban de la risa.

Un rato después, se desocuparon otros asientos del fondo y viajamos los tres juntos. Ellos me repetían partes que les habían copado del libro y yo, en un momento, abrí la mochila negra y les mostré los objetos maravillosos, no los de puño y letra, sino los otros, los de carne y hueso con brillantes. No sé quién flasheó más, si ellos o yo. Cuando me bajé, les dije que si querían, que me escribieran un mail, a rexmiles bla bla bla, que la dirección aparecía en la historia de "Totó el oxidado", que lo busquen. Chau —por última vez, bajando los escalones—, qué flash.


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anterior: Rexistencia 43 - La zapada mágica

miércoles, febrero 06, 2008

LEO dice:
HOLA
JuanDe dice:
que haces loco
LEO dice:
AYER ESTUVE CON PITY, ME PREGUNTO POR VOS
JuanDe dice:
si? y que le dijiste?
LEO dice:
QUE VENDIAS ANILLOS Y ERAS ESCRITOR
JuanDe dice:
ja, y pity qué dijo?
LEO dice:
dijo "yo sabia que chorza iba a terminar en algo raro"


Guacha Poeditora Presenta



domingo, febrero 03, 2008

ampere recargado dieciocho

18

Oscurece.
Pronto vendrá Roque
a buscarme para ir
al galpón que hicieron galería
los artistas subsidiados,
así que junto cada herramienta,
revuelvo los cajones por el SAE
noventa y dos sesenta largo, por
la botella de ácido nítrico,
las pinzas y el alambre semiduro.
En la cocina busco la caja
de repuesto de Amoxidal
pero sensaciones fluidas
embarazan mi mujer hipotalámica
cuando descubro que no queda
ni una pastilla en ese blister.
Antes de que rompa bolsa
en la sinapsis el hijo prematuro
de mis choques surrealistas,
sin perder tiempo salgo de casa,
camino la náusea y el vómito
derecho por Felipe Vallese
hasta la farmacia del viejo.
Plurivocus del campo de visión
alarga paralelas a lo lejos,
salvo cuando pasan por el medio
ciudadanos transportados a las jaulas.
Chica gótica, el ampere
pondría tu casa de cabeza
para tirarte de la lata a la calle.
Como una bolita japonesa rodarías
en los surcos marcados de la vereda,
como la mala suerte caerías
en los labios negros del desagüe.
Ahora mismo derribaría
tu puerta para darte como
regalo mi violencia pero sé
que el amor no congenia
con mis estrategias,
por eso prefiero contar
los días, llevar a cabo
la propiedad transitiva.
Mejor avanzo ligero
hacia la cruz verde
de la otra esquina,
metiendo los ojos
en las distancias empedradas
y en los cipreses,
cantando si el sol besa
tus ojos ni cuenta te das.
Una pandora me baja
el circumbolo cuando roza
mi cuerpo en el camino.
De sonido y furia
le grito ¡Ciudadana,
ahora vas a ver!,
y me abalanzo sobre ella
con el pungo preparado.
Cuando ambos caemos al piso
la ataco con el fierro a fin
de extinguir su breve candela
pero imprevistamente vocifera
charlatanerías y lamentos,
una molestia bastante graciosa
debido a su tono soprano.
Lejos de perdonarla,
me pongo de pie,
le pateo la cabeza, que,
poco a poco, cobra la forma
de una pera madura.
Entonces escucho risotadas
y al darme vuelta para mirar,
veo sentados en una vereda
a cinco jovencitos huscarles
que festejan mi acción y la incentivan
con su vociferatio adolescente.
Están vestidos de negro,
con polleras gruesas
que se alargan más allá
de las rodillas;
sus manos agitan
una especie de pincel
a modo de campanilla,
sus pelos caen
largos y desprolijos.
Voy a ellos y noto que todos
dejan los pinceles cerca
de mis pies,
como una ofrenda.
Amablemente me saludan;
yo lo agarro a uno del cuello,
le hago el persero hasta
que escupe el irroro pero
no lo mato y entonces
los coristas me agradecen
y se ríen,
dementes,
a carcajadas.


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