sábado, febrero 20, 2010

Ríos argentinos, de las cuencas caudalosas del este, de los hilos míticos del oeste, ha llegado la hora del Matanza, para que en sus aguas negras naveguen los cargueros del Mercado Central. Nuestras frutas explotarán gajos venenosos que secarán todo a su paso. De sus semillas, crecerán naranjos de cobre, durazneros de bronce, mandarinos de alpaca, cuyas fragancias provinciales tomarán la atmósfera porteña hasta que reinen, sobre plazas y jardines, los aires residuales del Conurbano. Ha llegado la hora de La Matanza, para que en sus villas y monoblocks vivan diputados y presidentes. Los días de semana, bajarán a la Autopista Riccheri en reuniones ordinarias, cortarán el tránsito y prenderán gomas de autos. En los mediodías, almorzarán frutas contaminadas y por sus venas correrá la sed. Por las noches, volverán a sus estructuras laberínticas para dormir un rato o, si hace mucho calor, se tirarán directamente en las veredas o en los pastos del campito; muchos diputados y presidentes durmiendo en los potreros, bajo la luz de las estrellas.

(Tomacorriente 2001, 2010)

Tomacorriente 2001, 2010

"Los que aún siguen en pie atraviesan el tablero, dando a los peones saltos de caballos. El rey está sitiado. Nuestra pandilla pinta la Pirámide de Mayo con los nombres de las bandas. El rock barrial moja las guitarras en la fuente y el agua del centro se mezcla con la zanja."