En la famosa pintura de Millais
se puede ver a Ofelia muerta
flotando en el agua
con flores en la mano.
Yo conocí una Ofelia,
pero en la mano
siempre llevaba metales.
Me parecía un nombre raro:
Offffeliia,
como de vieja.
Ésta era bastante vieja.
Tenía un galpón
donde compraban
y vendían cobre,
bronce, plomo y aluminio.
Era la mamá de Tucho,
un amigo nuestro
que teníamos de punto.
Cuando íbamos a la calle muerta,
Tucho decía que le daba miedo,
que sus hermanos le habían contado
que en ese lugar había lobizones.
Qué pescado que sos, Tucho,
los lobizones no existen,
gilún, gil de goma,
gil de lechería.
Una vez lo atamos
a un poste de luz
y lo dejamos solo.
Gritaba como loco.
Mis metales favoritos
son el cobre y la alpaca.
El cobre porque me gusta
la electricidad.
En el secundario
hice una instalación trifásica:
Fuerza motriz.
Mi nombre es Juan Diego,
estudié en un colegio industrial
en el barrio Piedrabuena.
Industrial, colegio de varones,
industrial, colegio sin igual,
industrial,
no entran mariquitas
ni nenitos de mamita
como en el comercial.
La alpaca me gusta
por los objetos maravillosos
de alambre uno veinticinco blando
y cero coma seis semiduro
que sueldo con varillas de plata
al treinta por ciento,
para ganarme la vida después
vendiendo en los bares
y en las plazas de Buenos Aires.
Mi padre trabajó con metales,
era tornero.
Cuando cumplí diez años
me regaló un ancla de bronce.
En aquella época la mayor parte
de los medidores de gas que se robaban
iban a parar al galpón de la Ofelia,
una doña que,
a diferencia de su hijo
y de la mina que flota
en el cuadro,
era muy viva.
Las carcasas de los medidores
eran de aluminio.
A la mamá de Laurita
se lo robaron primero,
después al gallego de la esquina,
a la Juanita y los turcos Salomón.
En la tele hablaban del tema.
Me llamaba la atención
una de las palabras que usaban: "ola".
Decían "ola de robos".
“Los árboles están tan frondosos
que tapan las luminarias
y provocan que esto se convierta
en una boca de lobo propicia
para todo tipo de ilícitos,
como la ola de robos
de medidores de gas,
tendidos telefónicos,
rejillas de bocas de tormenta,
porteros, picaportes, etcétera,
que padece la población".
Los vecinos estaban paranoicos.
Los herreros consiguieron buenos laburos
haciendo rejitas sobre los medidores.
En casa la reja
la hicimos nosotros.
Una tarde mi viejo
vino con una soldadora
que le prestaron en la fábrica.
Yo soldé un par de barrotes
y me agarró arena en los ojos.
Dijeron que no me asuste,
que a veces pasaba,
pero que no me refriegue.
Una semana después subí a la terraza
a descolgar la ropa. Fue una mañana.
Estaba todo inundado.
Habían serruchado el caño de plomo
que iba al tanque de agua.
Una vez fui a tomar la leche
a lo de Tucho.
Ofelia nos dio unos scones
de vainilla y de naranja.
Los hacía ella
cuando tenía tiempo.
Eran riquísimos.
viernes, diciembre 15, 2006
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4 comentarios:
muy. lindo.
:)
una cagada
a mí me gustó
salu2
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