lunes, enero 30, 2006

Desorden arial

Se puede ver a un hombre alimentándose de otro hombre más pequeño, se pueden ver despojos a su alrededor, cerca un riachuelo, lejos un cielo gris que parece pintado con lápiz. Se pueden ver dos manchas oscuras en la cara del antropófago: bóvedas negras ganadas al hueso donde los ojos parecen flotar como estrellas muertas en un cielo podrido, como ojos de pescado muerto. Se podría ver una tercera persona, tan descarnada como los otros, pero allí la imagen está cubierta por pastos muy altos. El hombre pequeño no tiene fuerzas. El antropófago le raspa la cabeza con los dientes y con este método lo va despellejando hasta que el cráneo queda completamente al aire. Hoy en Primera Junta una señora fue atropellada. Yo pasaba por ahí y me acerqué para ayudar. Primero busqué un policía a la redonda, a la vereda de enfrente cerca del subte, pero no lo encontré. Mientras tanto, el aire incendiario me carcomía el cuerpo, que transpiraba la ser citrus finamente gasificada que había tomado antes de salir. Volví junto a la señora tirada en la calle. Me encargué de ordenar el tránsito. Mi objetivo era proteger las piernas inmóviles de la señora frente a los colectivos que pasaban a todo lo que da. Hacía señas con la mano pidiendo que aminoren la marcha. Me empezaron a hacer caso. La gente miraba por las ventanillas. Esa ambulancia del PAMI llegó rapidísimo. Qué bien. La levantaron. La llevaron. Creo que al final no estaba tan mal. Nunca se sabe. Después, en un cine de Caballito, se cortó la película que estábamos viendo. La gente se puso nerviosa. Hace tiempo, cuando estuve en Puerto Madryn, acampé atrás de una estación de servicios, sobre la ruta 3. Se llamaba El Tenaz. La primera noche me despertaron unas linternas y unas voces. Era la policía. Me palparon de arriba a abajo y después se fueron. Entonces volví a la carpa y al sueño, aunque el viento que había ahí te volaba, así que tuve que salir otra vez y atar los vientos de la carpa a un alambrado que estaba cerca. Volví a dormir. El piso no era tan duro como el de Caleta Olivia, 20 días después.

4 comentarios:

Nessie dijo...

cuándo cambió la cara del blog? hacía tanto que no visitaba!! saludos!

Anónimo dijo...

hace un montón nechu.
así que me tenías abandonado, eh!

un beso

Natalia dijo...

Es raro. Veo en la cara del antropófago la descripción del paisaje, con una justeza absoluta; veo en la víctima del caníbal a la señora del accidente; te veo en la tercera persona lejana, perdido entre los pastizales, o detrás de una estación de servicio. Me queda la atmósfera del sueño en la dureza del suelo de la carpa, el olor del viento en la noche. Todo en un remolino gris y bello, muy bello.

Anónimo dijo...

Gracias perdidaliviana!
qué buen comentario.

saludos