"Mañana y mañana y mañana, se arrastra a pasos insignificantes día a día hasta la última sílaba del tiempo registrable. Y todos nuestros ayeres han iluminado para imbéciles el camino hasta la polvorienta muerte. ¡Apágate, apágate breve candela! La vida no es más que una sombra ambulante, un pobre actor que sobre el escenario se pavonea y sacude en su hora signada, y después no se oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de sonido y furia, que no significa nada".
Macbeth, Acto V, Escena V.
Macbeth, Acto V, Escena V.
"Se oscurecerá el sol en su amanecer".
Isaías, 13, 10.
Isaías, 13, 10.
Era una tormenta de aquellas. Eléctrica. Ese día me desperté temprano porque quería conseguir churros en la panadería de Mariquita Thompson. Era un antojo acumulado. Mirá, yo suelo levantarme a las 8 de la mañana. Entre que me cambio y me ducho pasa media hora, cuarenta minutos, así que siempre llego a la panadería a eso de las 9 menos 20. Ojo, queda cerca, a una cuadra de mi casa nada más. Pero la cosa es que nunca consigo churros. No sé qué pasa. Parece que en ese barrio son todos fanáticos de los churros. En fin. Ese día, por suerte, todavía quedaban unos cuantos: rellenos con dulce de leche, con crema pastelera, que son un asco, y los comunes. Compré una docena, mitad rellenos, mitad no. Y compré medio kilo de pan. Todavía estaba caliente. No me acuerdo si en casa tenía manteca. Hubiera sido un manjar ese desayuno. Un buen café con leche, los churros... Y bue. Les tenía tantas ganas que metí la mano en el paquete. Pero te juro que ni un bocado pude probar, porque en ese mismo momento, cuando el churro se acercaba a mi boca y se me hacía agua la boca, trrrrrggggggggggggggfffffffffffffffff se puso todo blanco.
Me desperté después de varios días y acá estoy, desde hace dos semanas. Cuando me lo dijeron no lo podía creer. Dicen que volví a nacer. Imaginate: cien millones de voltios.
—Sí, la verdad que es un milagro que estés vivo.
¿No te digo? Ya sé. 20.000 amperes de intensidad tiene. Bueno, tan barata no la saqué. Tuve un paro cardíaco. ¿Sabías, no?
—Sí, me contaron las enfermeras.
¿Y vos qué tenés?
—Me operaron de la apéndice, pero ya estoy bien. Mañana me voy.
¿Tuviste apendicitis solamente o se te hizo peritonitis?
—No, no, apendicitis nada más.
Menos mal. La otra es más jodida. Ayer, hablando con un primo... Pobre, se vino desde Chivilcoy para verme. Un capo, la verdad. Me contaba que allá en el campo hay rayos todo el tiempo y que hace poco hubo un temporal muy fuerte y que cayeron varios sobre los animales. Murieron no me acuerdo bien cuántas vacas, ponele diez. Imaginate la malaria que hay últimamente con este asunto de la inflación que me decía mi primo que enseguida apareció un montón de gente con cuchillos. ¡En el medio de la tormenta! ¡Qué peligro! Bue, yo soy el menos indicado para hablar, que salí con ese temporal por unos churros de mierda que casi me cuestan la vida. La gente empezó a faenar ahí mismo, debajo de la lluvia. Pero es comprensible. Yo por suerte nunca pasé hambre. No es que venga de una familia rica. Nada que ver. Mi papá es tornero y mi mamá es maestra. Tienen sueldos miserables. Pero a nosotros... yo tengo dos hermanas... nunca nos faltó nada. Hasta nos mandaron a colegios privados. Pobre mi vieja, la malasangre que le hice hacer. Soy un desagradecido. Bueno, pero volviendo a lo que me decía mi primo: estaban todos faenando las vacas muertas por los rayos cuando cae uno sobre la gente. ¿Sabés que mató a dos personas? Creo que salió en la televisión. Una mujer y un tipo. Pobre gente. Parece que eran hermanos. La verdad que yo la saqué barata. Tienen razón los que me dicen eso. Che, se puso todo negro, parece que se va a largar otra vez, no?
—Sí, parece que sí.
Qué tiempo de mierda. Está re loco el clima. Para colmo este país de juguete... caen dos gotas y se inunda todo. ¿Che, así que cambiaron al ministro de economía? Fue justo en los días que estaba inconsciente. Y otra cosa, ¿tenés idea cómo salió Chicago el sábado pasado? Va, no sé si te interesa el fútbol. Uy, mirá, se largó con todo. Soretes de punta. ¡Qué barbaro! ¿Podrías cerrar la ventana? A ver si todavía entra un rayo y me la da otra vez. Te digo que ya nada me parece imposible. Che, te quedaste mudo. Dale, decime, ¿te gusta el fútbol? Che, ¿cómo me dijiste que te llamabas? Che. ¡Che!, ¿te quedaste dormido?
6 comentarios:
Bien, Rex...muy bien. Está muy bueno
cagó fuego el vecino de cama?
Gracias Pablo.
Ja, muy buena Ramón. La expresión resume la dolencia intestinal del vecino de cama con la idea de los rayos.
Se le prendieron los pelos del orto...a no ser que haya tomado precauciones y se depile.
Parece un monólogo. Me gustaría verlo en boca de algún actor al texto... ¿qué le parece?
Funes, gracias por todos los comentarios.
Lo del actor estaría bueno. En qué estás pensando?
charlemos por mail si tenés alguna idea.
un abrazo
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