miércoles, noviembre 21, 2007

séptimo amper






















7

Justo llega el colectivo,
subimos y saco dos de ochenta.
Los detalles ornamentales
son una reverenda mierda.
Dan ganas de partirle un ladrillazo
en la cabeza al conductor.
Me contengo y me voy
a las tinieblas del fondo
con la chica. No quiero
echar a perder la cita.
Además no tengo ladrillo.
Adentro mío canto
superstición y afuera
la lechuza estira el cuello
y ya no sé dónde
quedarme,
si afuera o adentro.
—¿Cómo te llamás? —pregunta
la concha. —Jael.
—Pero qué lindo nombre.
—Gracias —le pongo los ojos.
—Sos medio raro.
—Gracias. Se ríe
y me doy cuenta que tiene
un diente torcido.
El corazón manda
un insuflo, se me llena
la cabeza de burbujas
y casi la deguello sin
preámbulo. Antes de
que la máquina de guerra
me la chupe, otra vez
hago un esfuerzo por
mantenerme al margen,
que la paciencia es una gran virtud
que me cuesta practicar, y no sé
qué hacer, no sé
dónde meterme,
dan ganas
de tirarse al piso roñoso
del colectivo y hacer
flexiones y abdominales,
cualquier cosa que me queme
tanta energía potencial
acumulada. Yo reprimo
el remorbesco, le digo
locusta. ¿Qué?,
pregunta la teta.
¿Qué de qué?,
le digo poniendo
los ojos a más
no poder.
Pero qué raro
que sos,
dice sonriendo
otra vez. No
aguanto
más.


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6 comentarios:

Juan Dé dijo...

ilustración: Kevin Messer.

diego.ve dijo...

tiene alucionaciones:
de su ducha sale
alcohol hirviendo.

Anónimo dijo...

Esta muy cargado el muchacho, en cualquier momento explota, y quiero que explote y haga mierda todo. no aguanto massssssss!!!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

Igual, no he entendido mucho.

morgana dijo...

Sos raro, diría ella.
Y a mí me gusta así, diría yo.

Anónimo dijo...

groooooso Jael!