lunes, octubre 16, 2006

Mediodía

Me despierto al mediodía porque siempre me acuesto tarde. Trabajo de noche y tengo los horarios cambiados. Primero abro el ojo izquierdo; después el derecho. La luz deshace las horas anteriores.

Los cajones de botellas se estampan una y otra vez contra el piso, en la vereda del supermercado de enfrente, sobre la calle Caracas. El barullo se filtra por las grietas de mi casa.

Todos los días lo mismo. El sonido del vidrio es una esponja que absorbe las ideas. Cuando una botella se rompe, la mente explota a la par, arrastrando los muebles y la ropa hacia los agujeros de la persiana.

Nada tiene sentido durante cinco minutos. Los repositores agregan voces al asunto. Entender sus palabras es imposible. Da lo mismo que fuesen vidrios rotos.

Alguien debe estar metiendo la mano en el bolsillo de mi cabeza. Abre el cierre mientras me recompongo del sueño, para robar pedazos de memoria reciente.

Finalmente, el camión arranca y la zona se tranquiliza. Entonces corro las sábanas y me destapo, como una botella, y apoyo un pie en el piso, como un cajón de botellas contra la calle, y llevo mi cuerpo al baño, como un repositor cargando en el supermercado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

no se me ocurre nada inteligente para decir al respecto.
sólo que el texto me gustó mucho, y que es un placer leerte.

Ramón Paz dijo...

buenísimo, rex
es así el despertar del trasnochado. el día laboral hace ruido.
a mí me despiertan los coros de perros aburridos que dejan atados en planta baja los paseadores.