La primera vez que escuché una voz estaba sentado en el campito de Villa Celina. Las hormigas negras pasaban a mi costado.
De pronto escuché que alguien decía “tenés que matarlas vos”. Me asusté mucho porque sabía que la voz estaba en mi cabeza.
Dejé el pasto y el aire fresco y corrí, crucé la calle San Pedrito y entré en el barrio, hasta llegar a la casa de mis padres. Me puse a pensar qué había pasado, de dónde venía esa voz y qué me quiso decir. ¿Por qué el diablo me hablaba a mí?
Durante dos noches no pude dormir. Los manos y los párpados me temblaban y tenía manchas rojas en la panza.
El domingo a la tarde volví al campito y me senté en el mismo pasto. Quería saber si la voz iba a volver.
De pronto escuché que alguien decía “tenés que matarlas vos”. Me asusté mucho porque sabía que la voz estaba en mi cabeza.
Dejé el pasto y el aire fresco y corrí, crucé la calle San Pedrito y entré en el barrio, hasta llegar a la casa de mis padres. Me puse a pensar qué había pasado, de dónde venía esa voz y qué me quiso decir. ¿Por qué el diablo me hablaba a mí?
Durante dos noches no pude dormir. Los manos y los párpados me temblaban y tenía manchas rojas en la panza.
El domingo a la tarde volví al campito y me senté en el mismo pasto. Quería saber si la voz iba a volver.
5 comentarios:
¿Y de paso se aplastó un par de hormigas...?
la voz insiste, pero yo no quiero matarlas.
un beso
Dicen que, así como las mujeres tienen una mayor tendencia a la depresión, se observa en los varones una similar propensión a la esquizofrenia. Eso, o a hablar con los muchos que viven en uno.
Ojo con las hormigas: pican.
Gracias por el comentario, Matías.
Dicen que las hormigas coloradas pican más que las negras.
saludos!
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