lunes, agosto 07, 2006
Boedo
3
Sentado cerca de los rieles imagino la película
oyendo voces posteriores en los metales
en movimiento: un regodeo por la tristeza familiar
y la desesperación de ella.
Ana saltará las vallas y abrazará su Juan descuartizado
por las ruedas: los despojos esparcidos del romance perfecto.
La sangre y los cuerpos multiplicados de mi cuerpo
serán un cáliz en sus manos
para los pasajeros. Uno a uno
comulgarán nuestra historia en Haedo,
un poco en Morón,
un poco menos en Castelar.
Imagino el final como un conjuro a la desgracia:
nos veo en la felicidad restaurada, doméstica,
corriendo los muebles como por arte de magia
y barriendo el polvo que entró por la ventana
no sé de dónde.
A la noche subiremos la escalerita caracol
hasta la terraza, donde comimos pan dulce
y descubrimos al colibrí entre los árboles.
Pero campito distante el preámbulo cede
y el pasto se marchita detrás
de la cortina, se deshace el paisaje
porque surge ante mí la ciudad profunda,
indiferente, que ignora mis delirios
y apenas oye un chapoteo de rulemanes.
Entonces me apabulla el tren
que puede aplastarme, arrastrarme
las tripas por cientos de metros, y me espanto,
doy un paso atrás, y otro, uno más,
y qué vas a hacer ahora, decime qué,
caído, pálido, decímelo, agrietado, gritás,
llorás, la gente te ve, te caés y querés rezar,
te arrastrás como un loco sobre la basura,
Juan encadenado, afónico en el patetismo,
inventado para el piso,
no habrá salida ni gentilezas,
sólo tiempo, mucho tiempo
aferrado al dolor en el estómago,
al herpes en el ojo, a la alergia y el edema de glotis,
a la fobia y la taquicardia,
que el cuarto negro y chiquito te espera en Boedo,
limpiador de inodoros, allí comerás negrura,
comerás silencio y nada te alcanzará,
muerto de hambre;
ella no contestará tus llamados
y así volverás a la idea
junto al balcón y el vacío,
pero darás un paso atrás,
otra vez, y otro, uno más,
aunque te martillen la sien
te atarás a la pata de la cama
(Juan siempre atado tu cadáver tibio
que mira al sur, en un viaje al sur,
en un viaje a dedo) y mirarás las imágenes
del sur, del viaje al sur, del viaje a dedo;
porque la campanilla del teléfono está muda
como las fotos, porque los años
pasan contra el piso del departamento,
el sur,
el viaje al sur existe,
el viaje a dedo.
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6 comentarios:
Las pasajeras del tren lo vieron desecho, y más de una suspiró imaginado las formas de recomponerlo...
Gracias!
juan, el blog está groso, los poemas me encantaron, buenísimo
Me encantó el despegue de lo que no se puede despegar, que te dan ganas de gritar, de correr pero si no están sabés que las extrañas. O algo así.
diego y vicky, muchas gracias!
Very nice site! » »
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