por eso yo te circo y tú me infancias
por eso te amarillo y me amarillas
Pedro Mairal
Los primeros objetos maravillosos que mi empresa (llamada Wonderful Objects S.A, luego Ojo al piojo S.A) sacó al mercado no estaban hechos de alpaca, ni de plata, ni de bronce, ni de cobre, etc. Los únicos metales que sabía trabajar en esa época, año 1995, eran los aceros, de diferentes porcentajes de carbono, sobre todo SAE 1045. Este oficio lo aprendí con mi padre matricero y en el Taller del Colegio Industrial donde estudié, en el Barrio Piedrabuena.
Es claro: no podía ir a Plaza Francia a enfrentarme a las multitudes anhelantes con piezas tan pesadas y grotescas como las creaciones que solía trabajar en el torno, en la fresa, en la limadora.
Es claro: no podía ir a Plaza Francia a enfrentarme a las multitudes anhelantes con piezas tan pesadas y grotescas como las creaciones que solía trabajar en el torno, en la fresa, en la limadora.
Los primeros objetos maravillosos eran de parsec, esa masilla que muchos habrán visto en forma de duendes o portaencendedores. Lo mío eran los colgantes y la decoración de biromes.
Imaginaba un personaje. Amasaba su cuerpo. Lo pintaba con tinta para cuero (la anilina nunca me dio buenos resultados). Después lo patinaba con alcohol (técnica propia). Le ponía un gancho, un cordón y lo convertía en un colgante afrodisíaco (siempre mis objetos maravillosos fueron afrodisíacos, más allá del material con que estuvieran hechos).
Tenía inclinación por los colgantes exóticos. Aún conservo personajes simpáticos y muy queridos, como "el hombre plancha", "el ladrón", "el pescado rabioso", "el indio tuerto", "cara comercial", "la mujer desenfrenada", "los siameses diabólicos", etc. Quería tanto a estos personajes que, recuerdo, si un cliente me caía mal, no se lo vendía. Le decía que no era digno de él. Después, con el paso del tiempo, ese idealismo fue reemplazado por mi codicia, y bue, le vendí el alma al diablo, en Palermo Hollywood. Pero esa es otra historia.
Volviendo a las figuras de Parsec, sin duda, mi personaje más logrado, el más consumido por las masas (de verdad), mi creación genial, era -miren- "el Hombre Riñón".
Como todos los grandes inventos, también "el hombre..." fue resultado de un accidente:
Me encontraba amasando la cara de un "el ladrón" cuando me llaman por tel. No me acuerdo quién, pero la charla duró un buen rato. Cuando volví a mi mesa de trabajo, descubrí que la cara, que había dejado sobre el borde de la mesa, se había estirado de una de sus mejillas por acción de la gravedad. Ahí se me ocurrió. Le dí un par de vueltas a la larga mejilla. Le arugué un poco la cara. Lo pinté con colores tierra y amarillo, y, para rematarlo, le escribí, con un alfiler, en la parte donde estaría la boca: "Hombre Riñón".
Nos hicimos amigos enseguida.
Quizás, por ser mi creación favorita, es que todos querían comprármelo. Pero limité su entrega sólo a clientes que demostraran merecer esta valiosa pieza.
Hombre riñón, en "Ojo al piojo S. A" no te olvidamos. Por eso, hoy, brindamos por vos.
Salud, Hombre riñón, por los grandes momentos que pasamos juntos.
Imaginaba un personaje. Amasaba su cuerpo. Lo pintaba con tinta para cuero (la anilina nunca me dio buenos resultados). Después lo patinaba con alcohol (técnica propia). Le ponía un gancho, un cordón y lo convertía en un colgante afrodisíaco (siempre mis objetos maravillosos fueron afrodisíacos, más allá del material con que estuvieran hechos).
Tenía inclinación por los colgantes exóticos. Aún conservo personajes simpáticos y muy queridos, como "el hombre plancha", "el ladrón", "el pescado rabioso", "el indio tuerto", "cara comercial", "la mujer desenfrenada", "los siameses diabólicos", etc. Quería tanto a estos personajes que, recuerdo, si un cliente me caía mal, no se lo vendía. Le decía que no era digno de él. Después, con el paso del tiempo, ese idealismo fue reemplazado por mi codicia, y bue, le vendí el alma al diablo, en Palermo Hollywood. Pero esa es otra historia.
Volviendo a las figuras de Parsec, sin duda, mi personaje más logrado, el más consumido por las masas (de verdad), mi creación genial, era -miren- "el Hombre Riñón".
Como todos los grandes inventos, también "el hombre..." fue resultado de un accidente:
Me encontraba amasando la cara de un "el ladrón" cuando me llaman por tel. No me acuerdo quién, pero la charla duró un buen rato. Cuando volví a mi mesa de trabajo, descubrí que la cara, que había dejado sobre el borde de la mesa, se había estirado de una de sus mejillas por acción de la gravedad. Ahí se me ocurrió. Le dí un par de vueltas a la larga mejilla. Le arugué un poco la cara. Lo pinté con colores tierra y amarillo, y, para rematarlo, le escribí, con un alfiler, en la parte donde estaría la boca: "Hombre Riñón".
Nos hicimos amigos enseguida.
Quizás, por ser mi creación favorita, es que todos querían comprármelo. Pero limité su entrega sólo a clientes que demostraran merecer esta valiosa pieza.
Hombre riñón, en "Ojo al piojo S. A" no te olvidamos. Por eso, hoy, brindamos por vos.
Salud, Hombre riñón, por los grandes momentos que pasamos juntos.
Objetos maravillosos - 3 --------------------------------------------------------------
9 comentarios:
Posteate algunas foto, ¿No?
Sip, lo de la foto podría andar.
Ahora, eso de venderle el alma al diablo....que cosa, che.
¡Che, estaría buena una foto de tus personajes creados!
Saludos.-
Bueno, bueno, veré qué puedo hacer, pero va a llevar tiempo, porque no tengo cámara.
gracias
laburar en un lugar donde te van a pagar más porque lo necesitás para comer no es venderle el alma al diablo, amén de que no estás haciendo nada moralmente reprochable.
tal vez sólo te refieras a lo artístico, pero en ese caso, por lo que veo contás con muchos recursos/espacios para expresar tu ser artístico que no necesariamente se contraponen a la persona que tb necesita pagar el alquiler, los servicios y la comida del perro (además de la propia).
Es verdad, Jimenix.
Además, este perro se morfa la vida, es una criatura insaciable. Si tiene hambre, come sillas, come chapa, come alambre...
Doy fe. Ese animal-maldito intentó comerme una mano. Por suerte pude esquivarlo.
Guau Guau maolo malo.
Atte.
Obelix: Ayax siempre pregunta por usted. Cuándo viene a visitarnos?
Tírele un hueso a ese perro...que anda persiguiendo manos.
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