domingo, octubre 23, 2005

Rexistencia 9 - A los votantes

A eso de las 2 de la tarde emprendí viaje hacia el sudoeste. Nat. me llevó en su autito blanco.
Bajamos por Rivadavia hasta la General Paz. En Liniers doblamos en dirección al Riachuelo. Ciudadela Sur, Lomas del Mirador, Villa Insuperable, del lado de Capital Mataderos, finalmente los puentes peatonales que unen el Barrio Piedrabuena (Capital) con Villa Madero (Provincia).

Nos metimos en Madero unas diez cuadras. Estacionamos en una callecita de tierra. Caminamos hasta Blanco Encalada y Pico. Allí, la angosta puertita de la escuela donde siempre voté, la EGB 49, era custodiada por dos soldados del Ejército Argentino.

Entramos. El largo pasillo apenas podía transitarse, debido a las mesas y la gente reunida. El estado del colegio era bastante penoso (igual que las veces anteriores).

Muchos chicos, algunos perros, gente tranquila, mate, jugo, sandwiches, charla, sonrisas desdentadas.

Hice la cola y voté sin problemas.

Salimos. Chau Chiche, Cristina, Evita, Perón, a los dos últimos seguro los vuelvo a ver por acá en las próximas elecciones.

Volvimos al auto. Le pedí a Nat, que todavía tenía que votar, si me bancaba media hora más y me llevaba hasta Celina, que estaba tan cerca, que quería, al menos, saludar a mi familia.

Cruzamos la Richieri, cuesta abajo por la Matanza. Cuando en el 83 -le contaba a Nat-, Armendariz le ganó a Herminio Iglesias la Gobernación de Buenos Aires, lo que supuso un triunfo histórico para el radicalismo, en La Matanza, sin embargo, la Intendencia la ganó Russo, candidato justicialista. Acá hay muchos hinchas de Boca, unos cuantos de River, y prácticamente todos son peronistas.

En la casa de mi familia estaba mi viejo. Se reía y la cargaba a mi hermana menor porque nos contaba que, mientras colgaba la ropa en la terraza, la atacaron unos gorriones. Nos divertimos. Es la gripe aviar, dijimos. En fin. ¿Y mamá?

Mi vieja, como en todas las elecciones, hoy fue presidente de Mesa. Esta vez le tocó la 138, anclada en la zona más pobre de Celina, cerca de Las Achiras y el barrio Juan Manuel de Rosas. Esta escuela es muy importante para ella, pues allí enseñó durante más de veinte años. Debido a su personalidad hiperactiva, su capacidad para organizar, su sensibilidad, permanentemente realizó actividades que trascendían lo escolar, visitando casas, organizando el comedor, consiguiendo zapatillas para los chicos. Mi madre, Celina Zaldarriaga (sí, se llama igual que el barrio) es un referente de las escuelas de Villa Celina. En el próximo número de el interpretador, publicaré en aguafuertes un texto sobre ella que se titula "El hijo de la maestra".

Estacionamos en la playa de la escuela, una explanada de viejos baldozones que el pasto adorna en sus costuras, secas del alquitrán de otro tiempo. Me detuve un rato frente al antiguo jardín del colegio, un desorden de yuyos entre escombros. Después nos asomamos atrás del edificio y miramos el barrio humilde que crece hacia el fondo del Mercado Central. Nat, chica de Nuñez, observaba todo, muy seria.
-Viste, esto es otro país, a 20 cuadras de la General Paz. Suena trillado, pero es cierto.

Los barrios de la periferia, de fábricas abandonadas, de galpones repletos de ratas y cucarachas, de casitas de ladrillos huecos sin reboque o simplemente de chapa, de zanjas de agua turbia e inmundo hedor, de gente viviendo en condiciones miserables, de perros famélicos, de basurales pestilentes, de nenitos con ojos grandes por el hambre y brillosa mirada por la tristeza, de sonrisas quietas, representadas sin expresión, de muertos, sin matices, sin labios, estaban ante mí una vez más. Me fui hace siete años. A veces vuelvo, como hoy, y mi vieja sigue ahí laburando, y mi hermana sigue ahí caminando, a veces los barrios de la desidia insisten, como hoy, en abrazarme.

Entramos a la escuela. En la puerta custodiaban dos gendarmes y un viejo perro en estado lamentable.

El edificio estaba mejor de lo que esperaba. Al patio lo habían pintado; los pisos fueron emparchados. Antes de entrar pensé que el lugar me iba a parecer más chico de lo que recordaba. Sin embargo, me resultaba muchísimo más grande.

Había bastante silencio, aunque me parecía escuchar de fondo -estoy seguro-, rompiendo la veda con sus inconfundibles acordes, la marcha peronista en su versión tradicional (cantada por Hugo del Carril). Qué raro, quizás sonaba en alguna casa vecina, no sé. En fin. El patio estaba bastante poblado. Vení, allá está mi mamá.

Mi vieja es un personaje. A los fiscales los tiene cagando. Es una obsesiva. Me enteré que tuvo que ir al baño y que se llevó la urna con ella, porque no confiaba en nadie. Nos morimos de la risa.

Estaba feliz por vernos. Me presentó a todo el mundo: "Este es mi hijo mayor".

Después de un rato, nos despedimos.
Nos subimos al autito blanco. Simultáneamente, a la playa de estacionamiento, arribaba un micro escolar repleto de gente cargada por algún puntero duhaldista o kirchnerista.
Arrancamos. Nos metimos por las callecitas hasta que al fin salimos a la General Paz, ésta vez en dirección a Nuñez.
Ya en la Capital, una hora después, sentado en la pared sobre la calle empedrada de la escuela donde Nat. estaba votando, frente a los jardines colgantes de los duplex, tomé sol y sombra debajo de un cielo más indeciso que el del mediodía, mientras oía una conversación acerca de regatas entre un hombre -impecablemente uniformado- de La Armada y dos ciudadanos cincuentones jocosos, distendidos.
Finalmente, Nat. salió y nos volvimos. Otra vez, la General Paz.
Rexistencia 8 ------------------------------------------------------------

14 comentarios:

Pablo dijo...

No solo es otro pais, amigo Rex, esto, de la General Paz hacia el monte, del riachuelo hacia la pampa, es otro planeta....otro universo, diría.

marina k dijo...

buenísimo Rex. Grande tu vieja. Grande Nat también. Lo de la urna fue buenísimo.

Me preguntaste por Brandon: estuvo bien. lindo clima y algunos textos muy buenos.

Juan Dé dijo...

Gracias amigos.

Gran verdad Pablo.

Sí, lola, lo de mi vieja con la urna fue el cenit.

Lale dijo...

y ese contraste, no te irrita un poco?

Scaramouche dijo...

Lo más triste es saber que ninguno de esos papeles metidos en las urnas van a cambiar la realidad que tan bien ha pintado.
No quiero ser pesimista, pero cuando vuelva usted por aquellos lugares para votar en el 2007, seguramente lo encontrará un poco peor. Ojalá me equivoque.
Tampoco quiero que este comentario se confunda con una velada crítica al gobierno. no es la intención. Solo es mi forma de ver las cosas, la política -cualquiera sea su signo o color-, no le soluciona los problemas a la gente.
Saludos.

Juan Dé dijo...

Lale: Antes sentía irritación, ahora no. Ahora me pasan cosas mezcladas, que no puedo definir bien. No sé. Lo que es seguro, es que estoy lleno de contradicciones, más que nunca.
Un amigo me escribió un mail y me dejó pensando cosas.
Quisiera volver a encarar algo en Celina, juntar la gente dispersa con la que trabajamos, poner manos a la obra otra vez, como en otras épocas. No sé qué pensarás. En fin, charlemos de esto por mail.

Scaramouche: Se me ocurren muchas cosas para decir, agregar, opinar, etc., pero nada me convence ni me conforma, así que por ahora me llamo a silencio.
y bue.
Muchas gracias por los comentarios. Saludos

Isil dijo...

Que ricas las trillas!

Lale dijo...

rex, claro que lo charlamos. es una buena idea. escribime acerca de eso, dale.

Anónimo dijo...

detrás de la G. Paz es el mismo país, universo, etc, sino, cuál sería el punto?¿qué es lo que hace que "las cosas" cambien?¿pongo un voto en la urna y chau, que se arregle juan pérez?

Fideos con manteca dijo...

Uf! La Gral Paz...

Anónimo dijo...

La Gral Paz es el cinturón de este pantalón que queda cada vez más holgado. Los que formamos el paño del pantalón caeremos, inevitablemente. Los que forman las células de ese cuerpo que se achica, morirán por el abrazo mortal que cada vez se ciñe más. Después de la caída, la obsenidad del cuerpo desnudo. Para entonces no quedarán más jardines colgantes en esa Babilonia.

yo dijo...

la imagen de alguien que va al baño abrazando una urna justifica la democracia.

Virginia Janza dijo...

Es un texto lindísimo, más allá de todo lo que se pueda decir de esta elección y de sus resultados, tu relato es reivindicador. Este fragmento: "A veces vuelvo, como hoy, y mi vieja sigue ahí laburando, y mi hermana sigue ahí caminando, a veces los barrios de la desidia insisten, como hoy, en abrazarme", es bellísimo de verdad. Cálido.

Juan Dé dijo...

Gracias a todos por los comentarios.

saludos