miércoles, junio 18, 2008

"Dentro de todo, íbamos bastante bien, pero en un momento me tropecé con alguna piedra, o vaya a saber qué, y sin querer lo solté al gato. Instintivamente, por querer agarrarlo de nuevo, hice un movimiento brusco y la otra mano se me resbaló, perdiendo también a Gorja, que siguió caminando junto al Cantor. Tanteé para un lado y para el otro, caminé unos pasos, después otros más, traté de encontrar algún poste, pero no pude agarrarme de nada, y me sentí desorientado. Enseguida, escuché que me llamaban, más fuerte y más despacio, desde cerca y desde lejos. Traté de ir hacia las voces pero éstas hacían un eco tan raro que no podía estar seguro de dónde venían exactamente. No sabía qué hacer. Grité, pero me pareció que los gritos se iban a cualquier parte, como si ese aire estuviese hecho de goma y le rebotara todo lo que allí se dijera, como si la voz andara al revés y las palabras fueran tiros por la culata, así que me di por vencido y me quedé callado y quieto, porque no había caso, estaba enjaulado adentro de ese color negro."
El campito, Fragmento.

2 comentarios:

Julieta dijo...

gusta tu decir tan simple. Gran valor leerte!
Un saludo juandé y gracias por subirte en palabra.
Salú!

Juan Dé dijo...

buena onda, gracias a vos, julieta