Ayer domingo a la tarde decidí celebrar la Pascua con las clientas de Plaza Francia, chicas mejor predispuestas que las eufóricas de los pubs de Palermo. Están más tranquilas, más relajadas en el pastito tomando mate (me estoy convirtiendo en un verdadero catador), escuchando al guitarrista.
Los primeros aros de esta nueva etapa de la Fábrica... fueron un éxito. Vendí casi todos los modelos. Son rejas de casas en miniatura (me gusta describirlas así), adornadas con piedras y lentejuelas varias. Es un laburo original. Me los sacaban de las manos. Valen 10 pesos el par, y realmente el precio es injusto en relación al tiempo dedicado, pero bueno, trataremos de mantener los valores populares. Es evidente que perdí algo de práctica, pero poco a poco voy recuperando la mano.
Algunos viejos vendedores me reconocieron (¿qué hacés, loco, tanto tiempo?): el pibe que vende manzanas con pochoclos (que está hace mil años), Esteban (que vende cubanitos) y el pibe bajito que ofrece piedras orgánicas. Ahora, ¿qué onda con los delegados de la feria? ¿Juegan a la mafia?
Unos pibes de una banda de rock, que seguramente no deben tener donde tocar, se trajeron todos los equipos y montaron en uno de los campitos de la bajada. Varias bandas hacen lo mismo desde hace tiempo. La cosa es que no los dejaban tocar, a menos que pagaran no sé cuánta plata a la feria. ¿Pero quién carajo se creen que son? ¿Se creen los dueños de la plaza?
Como los pibes no quisieron pagar, los delegados llamaron a la policía. No se puede creer que estos, que se dicen artesanos, sean tan buchones. Resultado: la banda no pudo tocar.
Yo me acerqué a uno y le dije: "Eh, guacho, para qué mierda piden permiso. Ustedes tienen que tocar de una, qué permiso ni qué permiso. Y si estos giles los amenazan (ya me contaron algunas cosas lamentables de esta pequeña mafia), la próxima se traen una buena banda de pibes de su barrio y los re cagan a trompadas." "Si, loco, tenés razón, vamos a hacer eso", me contestó el flaco, que llevaba puesta la remera de la banda (no me acuerdo el nombre), así que veremos qué pasa la semana que viene. Ya hablé con el petisito que vende piedras orgánicas y con otro chabón que vende libros y estamos listos para saltar por los rockeros.
Bueno, cuando la tarde se puso color rojo oscuro, guardé las cajas y me fui a Pueyrredón y Las Heras a tomar el 41 hasta Once. Ahí me tomé el Sarmiento.
El viaje suele ser rápido (solamente dos estaciones: Caballito y Flores), no como cuando vivía en Haedo, que el tren siempre tenía algún problema pasando Liniers.
Entré en uno de los vagones de adelante, que van más vacíos. Cuando llegamos a Flores, me bajé. Apenas puse un pie en el andén, vi que en la parte donde estaba la salida había una banda de cuervos (unas 50 o 70 personas). Venían de ver San Lorenzo-River.
A la altura de este grupo estaban parados los dos furgones. Estaban llenos de hinchas de Independiente. Yo no los había visto. Se ve que subieron en Once después que yo.
Se desató una batalla campal. Los botellazos volaban de uno y otro lado. También palos y piedras. Había tres policías a un costado, sin meterse. La gente común que llegaba de los primeros vagones se amontonaba para ver, desde donde estaba yo, la gresca violenta, que impedía el paso hacia la salida (en ese andén de Flores hay una sola, por la mitad).
Los cuervos trataban de abordar el tren, pero todo quedó en amagues. Los de Independiente se mantenían arriba. Si bajaban, creo que los asesinaban.
En un momento, la formación arrancó otra vez. Me la vi venir. Pensé que los del rojo iban a estar muy acelerados y cargados de proyectiles, así que seguro le iban a tirar a todo lo que se moviera por el andén. Los furgones venían lentamente hacia nosotros. Por el andén, los cuervos corrían el tren.
Agarré un par de viejos y una señora con una nena y les dije que se pusieran atrás de un cartel. Enseguida, todos los que estaban por ahí, hicieron lo mismo. Atrás del cartel (único refugio posible) se juntaba una pequeña multitud. No puedo exlicar lo que fue eso: los estallidos de los botellazos contra la chapa, el estruendo que hacían los cascotes... Algunas esquirlas de vidrio pasaron del otro lado, pero zafamos.
Por fin el tren se fue. Desde las puertas y las ventanillas las manos hacían movimientos amenazantes. Dale rooo, dale rooo...
En la estación, los hinchas de Boedo (qué caritas, papá!), festejaban una especie de victoria: San Loreeennzoooo, San Loreeeen...
Los primeros aros de esta nueva etapa de la Fábrica... fueron un éxito. Vendí casi todos los modelos. Son rejas de casas en miniatura (me gusta describirlas así), adornadas con piedras y lentejuelas varias. Es un laburo original. Me los sacaban de las manos. Valen 10 pesos el par, y realmente el precio es injusto en relación al tiempo dedicado, pero bueno, trataremos de mantener los valores populares. Es evidente que perdí algo de práctica, pero poco a poco voy recuperando la mano.
Algunos viejos vendedores me reconocieron (¿qué hacés, loco, tanto tiempo?): el pibe que vende manzanas con pochoclos (que está hace mil años), Esteban (que vende cubanitos) y el pibe bajito que ofrece piedras orgánicas. Ahora, ¿qué onda con los delegados de la feria? ¿Juegan a la mafia?
Unos pibes de una banda de rock, que seguramente no deben tener donde tocar, se trajeron todos los equipos y montaron en uno de los campitos de la bajada. Varias bandas hacen lo mismo desde hace tiempo. La cosa es que no los dejaban tocar, a menos que pagaran no sé cuánta plata a la feria. ¿Pero quién carajo se creen que son? ¿Se creen los dueños de la plaza?
Como los pibes no quisieron pagar, los delegados llamaron a la policía. No se puede creer que estos, que se dicen artesanos, sean tan buchones. Resultado: la banda no pudo tocar.
Yo me acerqué a uno y le dije: "Eh, guacho, para qué mierda piden permiso. Ustedes tienen que tocar de una, qué permiso ni qué permiso. Y si estos giles los amenazan (ya me contaron algunas cosas lamentables de esta pequeña mafia), la próxima se traen una buena banda de pibes de su barrio y los re cagan a trompadas." "Si, loco, tenés razón, vamos a hacer eso", me contestó el flaco, que llevaba puesta la remera de la banda (no me acuerdo el nombre), así que veremos qué pasa la semana que viene. Ya hablé con el petisito que vende piedras orgánicas y con otro chabón que vende libros y estamos listos para saltar por los rockeros.
Bueno, cuando la tarde se puso color rojo oscuro, guardé las cajas y me fui a Pueyrredón y Las Heras a tomar el 41 hasta Once. Ahí me tomé el Sarmiento.
El viaje suele ser rápido (solamente dos estaciones: Caballito y Flores), no como cuando vivía en Haedo, que el tren siempre tenía algún problema pasando Liniers.
Entré en uno de los vagones de adelante, que van más vacíos. Cuando llegamos a Flores, me bajé. Apenas puse un pie en el andén, vi que en la parte donde estaba la salida había una banda de cuervos (unas 50 o 70 personas). Venían de ver San Lorenzo-River.
A la altura de este grupo estaban parados los dos furgones. Estaban llenos de hinchas de Independiente. Yo no los había visto. Se ve que subieron en Once después que yo.
Se desató una batalla campal. Los botellazos volaban de uno y otro lado. También palos y piedras. Había tres policías a un costado, sin meterse. La gente común que llegaba de los primeros vagones se amontonaba para ver, desde donde estaba yo, la gresca violenta, que impedía el paso hacia la salida (en ese andén de Flores hay una sola, por la mitad).
Los cuervos trataban de abordar el tren, pero todo quedó en amagues. Los de Independiente se mantenían arriba. Si bajaban, creo que los asesinaban.
En un momento, la formación arrancó otra vez. Me la vi venir. Pensé que los del rojo iban a estar muy acelerados y cargados de proyectiles, así que seguro le iban a tirar a todo lo que se moviera por el andén. Los furgones venían lentamente hacia nosotros. Por el andén, los cuervos corrían el tren.
Agarré un par de viejos y una señora con una nena y les dije que se pusieran atrás de un cartel. Enseguida, todos los que estaban por ahí, hicieron lo mismo. Atrás del cartel (único refugio posible) se juntaba una pequeña multitud. No puedo exlicar lo que fue eso: los estallidos de los botellazos contra la chapa, el estruendo que hacían los cascotes... Algunas esquirlas de vidrio pasaron del otro lado, pero zafamos.
Por fin el tren se fue. Desde las puertas y las ventanillas las manos hacían movimientos amenazantes. Dale rooo, dale rooo...
En la estación, los hinchas de Boedo (qué caritas, papá!), festejaban una especie de victoria: San Loreeennzoooo, San Loreeeen...
Un pibe sangraba en el piso. Tres cuervos lo rodearon y le dieron los primeros auxilios. Los demás seguían celebrando, cantando y saltando.
Aproveché el festejo y me mandé a los empujones entre la barra. Algunos empezaban a caretear a los pasajeros que querían salir, aterrorizados. "Eh, loco, me habilitá dié centavo..." Me mandé por el costado. El saco verde (7 pesos en el ejer. de Salvación de Pompeya) me daba apariencia de cualquier cosa menos de hincha que sale de la cancha, así que por lo menos no iban a pensar que era uno de Independiente que bajó, aunque si veían el llavero roto con el escudo de Boca adentro de la mochila, supongo que este post jamás se hubiera escrito.
Cuando bajé las escaleras, un policía hablaba por teléfono. Otro advertía a las personas que llegaban: pasen si son hinchas de San Lorenzo, porque adentro está la barra.
Agarré por Plaza Flores, después Caracas, subí el piso por la escalera, saludé a Ayax el acuático, prendí la televisión y miré el segundo tiempo de Boca-Arsenal.
Aproveché el festejo y me mandé a los empujones entre la barra. Algunos empezaban a caretear a los pasajeros que querían salir, aterrorizados. "Eh, loco, me habilitá dié centavo..." Me mandé por el costado. El saco verde (7 pesos en el ejer. de Salvación de Pompeya) me daba apariencia de cualquier cosa menos de hincha que sale de la cancha, así que por lo menos no iban a pensar que era uno de Independiente que bajó, aunque si veían el llavero roto con el escudo de Boca adentro de la mochila, supongo que este post jamás se hubiera escrito.
Cuando bajé las escaleras, un policía hablaba por teléfono. Otro advertía a las personas que llegaban: pasen si son hinchas de San Lorenzo, porque adentro está la barra.
Agarré por Plaza Flores, después Caracas, subí el piso por la escalera, saludé a Ayax el acuático, prendí la televisión y miré el segundo tiempo de Boca-Arsenal.
12 comentarios:
una vez un amigo viajó con los de boca en un colectivó y me contó que los flacos hacían que el colectivero pare el bondi para que afanen a la gente que pasaba por las calles.
No me sorprende. Viajé durante años en el 86 a ver a Boca y vi cosas increíbles. Un día de estos posteo alguna de esas anécdotas.
Cuadro normal para un domingo por la tarde.
Por acá, en Quilmes, con esto de que estudiantes juega de local aca aun no pasó nada (las inchadas de estudiantes y de Quilmes son amigas.) pero a la gente ya le está dando por las bolas que los inchas de estudiantes se paseen agitando por la ciudad como si estuviesen en La Plata, asi que en cualquier momento se arma la podrida.
che, yo quiero ver los nuevos objetos maravillosos.
este fin de semana me di una vuelta por plaza francia, me moría si te veía por ahí, como si los últimos diez años no hubieran pasado.
-Se romperá la amistad con estudiantes, decís?
Mantenenos informados, Pablo.
abrazo
-Hola Perro de aguas. Cuando vos me comprabas, estabas en el colegio, no?
Bueno, podés viajar al tiempo este fin de semana si está lindo, porque seguro voy a ir a vender a plaza francia (el fin de s. pasado estuve). Buscame en la loma, donde antes tocaba "Silvio Rodríguez", o abajo, donde estaban los pibes del circo marisco.
Tengo las manos todas lastimadas por hacer tantos objetos en estos días. Tenés que verlos, los anillos están ansiosos de abrazar a tus dedos, los aros quieren balancerase en tus orejas... y estoy haciendo otra vez las clásicas gargantillas de mi empresa.
saludos
usted es un sobreviviente rx!
es verdad. pero en ese momento pensé que moría lapidado.
No creo que se rompa la amistad, pero si se empieza a correr la bola de que por el alquiler de la cancha, estudiante solo paga $5000 (lo cual es cierto) se pudre todo con el pincha.
Soy Pablo N., Quilmes, Días que se empujan en desorden.
-Si nessie, pude rexistir.
-Grande Pablo corresponsal!
ooola, no sé cómo llegué... pero llegué, me encanto esto!
yo tuve un par de viviencias exoticas con los de river en el tren, pero mejor no mencionarlas...
mañana lunes 1°, voy a ir a plaza francia, espero que me maravilles con tus objetos preciosos, estaré ahí.. escuchando el mismo repertorio de siempre, el maldito unicornio azul y el ojalá no lo cante nunca más...
saludos!
Gracias Aurora, yo tampoco sé cómo llegaste, pero bienvenida, ojalá que vuelvas.
saludos
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