jueves, mayo 17, 2007

Rexistencia 38 - La boca del infierno

Recién me doy cuenta que estuve escribiendo siete horas seguidas. ¿A dónde voy a ir a parar? Y ahora tengo que salir rápido a vender objetos maravillosos. ¿Con qué cara? Hace frío. Esa fue una oración unimembre. No tiene sujeto. Porque... ¿quién hace frío? Mi vida se vuelve solitaria. Una canción suena en modo repetición. Let it be me. ¿Cuantas veces la escuché? Es una versión hermosa. Últimamente, estoy embarcado en la escritura de un cuento perturbador, sobre el petiso orejudo y la cárcel del fin del mundo.


"Dos por tres, se escuchaba algo raro, proveniente de su celda. Era una especie de quejido, que disminuía poco a poco. Al principio, no entendía bien de qué se trataba, pero con el tiempo me fui enterando. Resulta que en las comidas, “El Oreja” siempre se guardaba migas de pan. Muchas veces lo vi hacer esto, pero nunca le di importancia al asunto, ni me detuve a pensarlo. Un rato después, ya de vuelta en su celda, agarraba las migas y las desparramaba por el borde de la ventanita, para atraer a las gaviotas. Podía pasar horas mirando por ese huequito de luz. Tarde o temprano, algún pájaro caía en la trampa, sin sospechar el peligro que corría. A veces, sacaba la mano por la ventana, con las migas en la palma abierta, y se quedaba quieto como una estatua. Cuando la gaviota se ponía a picotear, el enano maldito la atrapaba. De este modo, empezaba un largo proceso de mutilaciones, que el ave tendría que soportar hasta morir. Siempre pienso en esas gaviotas. Entre tantas pesadillas, también sueño con ellas. Imagino sus ojos aterrorizados, pidiendo piedad de alguna manera, retorciéndose sin entender qué eran esos pinchazos a cada rato, esas sensaciones que las desgarraban, eso que los seres humanos llamamos dolor.

En ocasiones, el lamento de los pájaros se mezclaba con la voz de Cayetano, que hablaba en voz baja, o gemía de placer. Mientras las torturaba, le gustaba masturbarse. Lo hacía largo tiempo. Acababa, y después empezaba de nuevo, con una resistencia increíble. Recién entrada la noche, los ruidos se iban aplacando, aunque a mí siempre me parecía escuchar un poco más, y no podía dormir. Era como un eco que traspasaba las piedras y los hierros congelados. A veces, en el pasillo volaban plumas. Era algo de suma belleza, pero de una tristeza profunda, de una angustia que no era de este mundo. Yo creo que el infierno debe ser parecido, algo lindo de ver y terrible de sentir."



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Rexistencia 37 - La hemorragia

10 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bien, Jackson !

Unknown dijo...

algo lindo de ver, terrible de sentir

Terrible, Jefe.
No me lo imaginaba al petiso así de ducho con la "trampa".

Me gusta como viene, siempre una trompada en la boca sus teztos.

Anónimo dijo...

amigos, viva la cadena del pobre y los carapintadas con corchos quemados!
No veo la hora de que llegue el lunes , para pisar de nuevo el área chica.
Por la vanguardia del open gallo, por todos los que no llegamos y por el pueblo argentino
salud!

Luciana Rezzónico dijo...

Muy buenísimo. Me dio frío.

¿Qué es eso del open gallo???

Anahí Lazzaroni dijo...

Quiero leer ese cuento completo.

Anahí, desde el Fin del Mundo

Anónimo dijo...

gracias Luciana. open gallo es el nombre de la cancha donde jugamos a la pelota.

gracias, anahí. vivís allá, no?
conozco ushuaia, estuve en 1995. fui a dedo desde buenos aires, todo por la ruta 3, en un viaje increíble. acampé en el pque nacional tierra del fuego y me morí de frío. pero no me arrepiento. era un lugar precioso. me acuerdo que el suelo era blando, de turba, ideal para el acampante.

saludos!

Luciana Rezzónico dijo...

Ajá. Y en esa "corriente literaria de vanguardia", ¿juegan partidos mixtos?

beso

Anahí Lazzaroni dijo...

Si, vivo acá desde que era chica.

m a dijo...

che, me transporté leyendo. me gusta.

Anónimo dijo...

gracias marce!

luciana, una vez sola jugamos mixto, en el campo de un amigo. estuvo muy bueno.

saludos!