Secuestrado el 8 de septiembre de 1976.
...durante diez días de los quince que permanecí allí, fui torturado. Recuerdo que muchos llegaban y pedían ver al 'traidor' y allí mismo me pegaban. Yo era el traidor y había que hacérmelo sentir físicamente. Las únicas secuelas que conservé de ese período son los recuerdos y algunos dientes que perdí. Pero en ese momento, aparte del dolor, no tengo recuerdos de mi cuerpo porque no podía ni tocarme ni verme; sólo recuerdo ese sentimiento de dolor. Un día que no sabría precisar exactamente, me vinieron a buscar y me llevaron a una oficina. Allí alguien me preguntó algo que ni recuerdo pero yo podía ver por debajo de las vendas y vi sobre el escritorio que había algunas cosas que reconocí enseguida: una toalla, una muda y algunos paquetes de Particulares, que era la marca que yo fumaba. Era evidente que mi madre había logrado moverse y podido enviar eso. La persona que me interrogaba no hizo ninguna alusión a esos objetos ni yo tampoco, pero no me fueron dados. Creo que me sentí aliviado de saber que mi madre se estaba moviendo por mí. Tal vez lo que aún hoy me cuesta superar es el miedo, el sufrimiento que sentía cada vez que la puerta se abría y que venían a buscar a uno de nosotros. No sé si logro explicarme correctamente.Cuando uno está siendo torturado no ve la hora en que eso termine, le duele todo. Pero saber que a uno lo van a torturar de nuevo es un dolor en la memoria, en la psique, que llega a ser casi tan doloroso como el físico.
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