martes, abril 20, 2010

La nena que levantaba el viento

"Nos paramos. Seguro los soldados nos habían descubierto y se aprestaban a disparar. Empezamos a correr a toda velocidad, en dirección al casco del barrio. Detrás de nosotros, una estela de margaritas y cardos cortaba la tarde con pétalos y espinas. Fuegos de metralla nos zumbaban balas al oído. Adelante, las casas de Villa Celina, en vez de agrandarse, parecían más chicas. La línea urbana atardecía sobre el campito y se oscurecía, entrando en el horizonte. Si alguien me hubiera dicho que todo el país estaba hecho de ese pasto, le hubiera creído. Ya no se oían los motores de los autos, ni los ladridos de los perros, ni las voces de los vecinos, solamente las balas y los golpes de las botas contra la tierra. Nosotros corrimos más y más, pero ellos también. En cualquier momento, nos darían alcance. Llorábamos. Respirábamos. Corríamos hasta el fin de la Provincia, de un costado los potreros, de otro costado los potreros, dejando atrás los potreros, hacia el descampado en llamas, prendido con nafta y gomas viejas. Nos dimos la mano. Los tiros hacían coronitas en el piso. Virgen de Copacabana, que bajaste de La Paz vestida de princesa, ¿fuiste voz la que empezó a soplar tanto viento? Las ráfagas se metían entre las piernas, levantando por momentos a Alaya, que pesaba lo mismo que una pluma. Mientras corría, ella daba saltos de diez, de veinte metros; era mejor que un Hombre Gato. Virgen de Copacabana, tallada en madera de maguey, ¿fuiste vos la que empezó a soplar tanto viento? Los remolinos también me levantaban a mí, que ahora flotaba y daba vueltas. Los soldados quedaban atrás, mirándonos con largavistas. Entonces, los barrios aparecieron de nuevo. Desde el aire, parecían caras de personas. Algunas estaban serias y fruncían la frente de las escuelas y las fábricas; otras se reían y hacían muecas en las comisuras de las casas y las torres. Alaya y yo nunca nos soltamos. Los motores rugían, los perros ladraban, los vecinos señalaban con el dedo. Una estrella fugaz cruzó la Autopista Riccheri antes de que los deseos apagaran las chispas."


Rock barrial, "La nena que levantaba el viento" (fragmento), Norma, 2010.

4 comentarios:

Ojaral dijo...

Que bueno, Juan!

Juan Dé dijo...

gracias amigo

Natalia Lico dijo...

qué lindo

Juan Dé dijo...

=)