martes, febrero 28, 2012

Once

Así como estaba me subieron
una mañana de febrero en 2012
sin zapatillas ni remera ni nombre
con el hueso de la pierna afuera que apuntaba
desafiante mi filo como una espada contra el sol;
así como estaba viajé por primera vez en helicóptero;
hoy a la mañana sin nombre y apellido volé yo,
me elevé sobre los santuarios y las calles
entre vientos que competían por empujarme
hacia la orilla o la profundidad;
pero incluso en desventaja como estaba
me aferré a la nave con los dientes,
hasta las palabras que se me venían a la mente
se clavaban a la cruz para no caer de ella;
lejos de mi familia que nada sabía
pero que ya presentía, que sentía
la electricidad que emana de los hijos en peligro,
yo conquisté las terrazas con el torso desnudo,
fui Don Quijote en un molino volador,
tironeado de ambos brazos por los vientos furiosos
que se ahogaban en mi respiración lenta, persistente,
lenta como el besar, persistente como el vivir,
como apenas respirando frente a la boca de mi chica
metido entre los carros y las bicicletas del furgón.
¿Y dónde estaba ella? –me acordé.
¿Viajaría también en helicóptero?
La imaginé y pegué una carcajada
tan fuerte que parecía una falla del motor;
el piloto le preguntó al médico si estaba reaccionando
y éste contestó que mis signos vitales se caían,
pero yo sentía todo lo contrario: ¡podía verla!
Allá estaba mi chica en su helicóptero,
era una doncella sobre un caballo alado que venía a rescatarme
pero antes de que pudiera darle el beso cinematográfico
desperté y lo primero que vi fue el tablero blanco y negro,
todo estaba en blanco y negro en realidad,
los botones, las perillas, las palancas del artefacto,
logos municipales y estatales;
sentí el olor a combustible y me dio náuseas,
quise levantarme pero unas correas me ajustaban;
hice mucha fuerza y después me desplomé,
en la misma camilla me desplomé hasta el inconsciente,
o hasta la nada, en pleno vuelo,
así como estaba,
elevado sobre el fin del mundo,
sin zapatillas ni remera ni nombre.


5 comentarios:

APG dijo...

Uff, bellísimo Juan. Bello y crudo.

Gracias,
APG

Anónimo dijo...

bueno.

Marion Berguenfeld dijo...

Me encantó. Generalmente la poesía social me resulta solamente social pero no es el caso, Quijote.

Anónimo dijo...

Me encantó.Rosalía

Anónimo dijo...

Me encantó!