En los últimos días, hubo poda. Los árboles caídos chorreaban una resina roja como la sangre, lo cual causó impresión en los trabajadores del predio. Las fotos las saqué este viernes pasado (23-9).
domingo, septiembre 25, 2011
Árboles cortados en la ESMA
lunes, septiembre 12, 2011
Sopa de la noche
Como la mezcla
de un sueño,
está servida la hermosa sopa de la noche,
no en la mesa ni en la cama sino afuera,
brillante en la sopera, redonda y lunar,
llega del cielo de la calle y traspasa la suciedad del vidrio;
porque mi ventana es un imán de luz en Buenos Aires;
como la primavera que da vuelta todo,
estudia en la plaza y juega en la escuela,
de las mismas letras forma alegría y alergia,
incuba en los ojos y de esos huevos nacen visiones;
no para volar sino para arrojarse al abismo
igual que Alicia en la madriguera del conejo,
arrastrarse después en la vereda o incluso en la zanja;
abajo se ve mejor lo que pasa porque todo es gigante:
la gente cobra de nuevo su verdadera monstruosidad,
cierra las cuevas con llave y cena en familia pegando alaridos;
nadie queda en la vía pública salvo el último ser humano:
es el jorobado de Notre Dame que abre bolsas en las esquinas,
encuentra papeles, comida, una radio y algo de ropa;
elige algunas cosas y las carga hasta el final del arco iris;
yo me quedo en la zanja junto a un vestido de novia que mueve el viento;
la cola se enrosca como una víbora al poste de luz,
toda la prenda se sacude y las manchas de vino gotean la fiesta,
el matrimonio se escurre por los hilos y me salpica a mí,
justo a mí, que jamás voy a casarme;
como dormir y lastimarse la boca,
una mezcla de sueño y sangre,
arde la garganta y sobreviene la sed
y lo único que encuentro para saciarme es la zanja;
para mi sorpresa el líquido oscuro es sabroso;
una sopa de la noche,
humeante en la sopera,
sopa del hogar, en la noche, hermosa sopa.
de un sueño,
está servida la hermosa sopa de la noche,
no en la mesa ni en la cama sino afuera,
brillante en la sopera, redonda y lunar,
llega del cielo de la calle y traspasa la suciedad del vidrio;
porque mi ventana es un imán de luz en Buenos Aires;
como la primavera que da vuelta todo,
estudia en la plaza y juega en la escuela,
de las mismas letras forma alegría y alergia,
incuba en los ojos y de esos huevos nacen visiones;
no para volar sino para arrojarse al abismo
igual que Alicia en la madriguera del conejo,
arrastrarse después en la vereda o incluso en la zanja;
abajo se ve mejor lo que pasa porque todo es gigante:
la gente cobra de nuevo su verdadera monstruosidad,
cierra las cuevas con llave y cena en familia pegando alaridos;
nadie queda en la vía pública salvo el último ser humano:
es el jorobado de Notre Dame que abre bolsas en las esquinas,
encuentra papeles, comida, una radio y algo de ropa;
elige algunas cosas y las carga hasta el final del arco iris;
yo me quedo en la zanja junto a un vestido de novia que mueve el viento;
la cola se enrosca como una víbora al poste de luz,
toda la prenda se sacude y las manchas de vino gotean la fiesta,
el matrimonio se escurre por los hilos y me salpica a mí,
justo a mí, que jamás voy a casarme;
como dormir y lastimarse la boca,
una mezcla de sueño y sangre,
arde la garganta y sobreviene la sed
y lo único que encuentro para saciarme es la zanja;
para mi sorpresa el líquido oscuro es sabroso;
una sopa de la noche,
humeante en la sopera,
sopa del hogar, en la noche, hermosa sopa.
sábado, septiembre 10, 2011
lunes, septiembre 05, 2011
Candela
Los vecinos están en el baldío / alrededor de un pájaro recién muerto; / habrá caído del espacio —dicen—, / porque acá no hay árboles ni hay cielo. / La radio y la TV transmiten desde el nido; / algo habrán hecho —informan—, / acá no hay árboles ni hay cielo. / Alguien abre las geodas de basura / cuyas amatistas brillan figuritas / y muñecas desmembradas; / en retirada, marcha la comunidad, / pisa los juguetes en el día-noche / y se hunde, colectivamente, / hacia el interior de la Provincia / donde la pampa, se sabe, / es como el mar, / rojo, oscuro, olvido. / Las plumas del pájaro flotan sin cielo / y en el espacio no las quema el sol, / sino la última estrella fugaz / que cruzó el Acceso Oeste / antes de que los deseos apagaran / las chispas.
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