sábado, marzo 31, 2007

30 números




poesía: Juana Bignozzi - Poemas + Entrevista, por Santiago Llach, Inés de Mendonça y Juan Diego Incardona. Martín Gambarotta - Rodríguez en Angola. Sergio Raimondi - Para un diccionario crítico de la lengua (extracto). Cristian De Nápoli - La sensación de trabajo. Juana Roggero - Cromañón. Antología de poesía de izquierda -anticipo- (Ernesto Cardenal, David Escobar Galindo, Roque Dalton, Miguel Ángel Bustos, José Ángel Cuevas). Compiladores: Diego Sánchez y Martín Rodríguez. narrativa: Marcos Herrera - Otro. Juan Leotta - Por los dinares iraquíes. Camila Flynn - Canción de cuna. Hernán Ronsino - Glaxo (Capítulo 1). Martín Llambí - Uno a Uno (Capítulo 1). TRAVESTISMO TRASH 13 - Naty Menstrual: El toallón. ensayos/artículos/entrevistas: ...POR LA CORNISA DE LA LITERATURA - La charla que Soriano dio en la facultad. Organizada por la Secretaría de Extensión Universitaria y el CEFyL, el 11 de noviembre de 1991. Presentación, por Sebastián Hernaiz. ESTADO DE LA CRÍTICA: después de los muertosvivos, por Claudio Iglesias y Damián Selci. LITERATURA - Metafísica y literatura en Macedonio Fernández, por Raúl Cadús. POESÍA EN BAHÍA BLANCA - Planaltos - Respuestas del día después, por Cristian de Nápoli. EN DISCUSIÓN/BLOGS - Weblogs, por Horacio Lotito. Blogs, chanchos y chanchuyos, por Hernán Vanoli. DOSSIER - Barón B. Extra Brutt. Presentación: El padre, por Christian Ferrer. El suicida, por Silvio Mattoni. Christian Ferrer, el ensayista, por Juan Pablo Liefeld. Sobre El derecho... El ejercicio de la tragedia, por Javier Fernández y Juan Leotta. Sobre pistolas y muñecas de carne, por Paula Torricella. La sombra del libertino, por Diego Tatián. Sobre El desierto... El hijo, por Nora Avaro. Los amores imposibles proustianos: la madre, la seducción. La recepción de José Bianco y Jorge Barón Biza, por Alejandra Bertucci y María Luján Ferrari. Dar la cara. Rostridad y relato materno en El desierto y su semilla de Jorge Barón Biza, por Nora Domínguez. La novela: El derecho de matar, por Raúl Barón Biza. DOSSIER: Copi - El humor de la lengua, por Juan Pablo Liefeld. Partículas insumisas, por Margarita Martínez. Notas sobre Copi, por Nancy Fernández. Literatura radical: Copi y el vacío como suplemento, por Gabriel M. C. Romano. ¿Y usted de qué se ríe?, por Eduardo Romano. Textos de Copi: La torre de la defensa - Traducción: Guadalupe Marando. La guerra de los putos - Traducción: Margarita Martínez. COLUMNAS: SÉXODO -La guerra de los trapitos, por Tatiana Goransky. TEATRO: Entrevista con Rubén Szuchmacher, por María Bayer. CINE (COLUMNA MENSUAL): Perlas en el Fango (cine por cable en Argentina), por Hernán Sassi. Marzo 2007. Dos extraños amantes (cine en video), por Hernán Sassi. Marzo 2007. libros: De Quincey revisitado. A partir de La farsa de los cielos (Paradiso, 2005), y Bosquejo de la infancia (Caja Negra, 2006) de Thomas De Quincey, en ediciones a cargo de Jerónimo Ledesma, por Claudio Iglesias. Diario de la disipación Acerca de Donde yo no estaba, de Marcelo Cohen (Norma, 2006), por Marcelo Pitrola. Literatura y realidad Acerca de Rocanrol, de Osvaldo Aguirre (Beatriz Viterbo Editora, 2006), por Sebastián Hernaiz. La Sombra sobre La Plata Sobre Cerca, de Daniel Kruppa (Paradiso, 2006), por Alejandro Soifer. Sobre Disterias, de Fermín Anastasio Grisalde (Editorial Tantalia, 2006), por Cecilia Eraso. Cercano Oeste, dos lecturas Sobre Cercano Oeste, de Mariano Hamilton (Ediciones de Puntín, 2006), por Martín García Sastre. Acerca de El ilusionista, de Gabriel Bellomo (Editorial Tantalia, 2006), por Paula Ruiz. En la jungla familiar. Lectura sobre Contando Armas de Javier Berdichesky, por Inés de Mendonça. artes visuales: Carlos Terribili - Obras + Entrevista. Francisco Estarellas - Obras. aguafuertes: Pedro Mairal - El viaje dentro del viaje (texto + video). Loyds - Contacto en Madrid. Jorge Omar Viera - Mi Marrakech. Mónica Müller - Salidas. Segunda serie de relatos de la saga villa celina - El campito - 1 - "Carlitos el borracho y su historia del gato montés", por Juan Diego Incardona.


collage de portadas, por pedro mairal


el interpretador
número 30
http://www.elinterpretador.net/
http://www.elinterpretador.com.ar/

martes, marzo 27, 2007

Copi

"Fui a buscar la cabeza; no sabía cómo presentarla; me decidí a ponerla simplemente sobre una bandeja de acero inoxidable. Anudé alrededor del cuello, horrible de ver, una servilleta limpia. Se la llevé a Conceiçao y dejé la bandeja sobre la mesa de luz. Se apoderó de ella y se puso a jugar al fútbol; la cabeza rodaba por toda la pieza, rebotando contra las paredes. Luego la puso en el inodoro y tiró la cadena; era obvio que la cabeza no pasaría; intentó hundirla dándole patadas con el talón."

Copi, La guerra de los putos. Traducción: Margarita Martínez

"Jean. –Debería haberme suicidado a los diecisiete años. Ahora es demasiado tarde.
Luc. –¿Por qué a los diecisiete años?
Jean. –Porque a los diecisiete años tenía un revólver que me había dado mi padre.
Luc. –Hay otros medios para suicidarse. Todavía podés intentar con la sobredosis.
Jean. –Ah, no, para mí el suicidio es el revólver o nada.
Luc. –¿Por qué el revólver?
Jean. –Porque yo tuve un revólver a los diecisiete años. Y porque ya no tengo diecisiete años."

Copi, La torre de la Defensa. Traducción: Guadalupe Marando.

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Las dos obras completas muy pronto, en el interpretador, "30 números".

sábado, marzo 24, 2007

El derecho de matar*

"Lector: No quiero, ni debo engañarte. No necesito tu aplauso, no temo a tu abrazo, ni me hace falta tu dinero. Estoy más allá del oro y de la fama; más allá de esa fe que hácete creer sincera la caricia de tu hembra y la mano de tu amigo.

No tengo trazas de Cristo ni vehemencias de profeta. Si mides mi libro con la vara mediocre del catecismo de tu vida, mi libro, dejará en tu alma un acre sabor de inmoralidad. Será inmoral porque te mostrará su maravilloso pubis y sus erguidos senos y habrá de hablar desde el fondo obscuro del protoplasma.

Inmoral quizás, porque te recordará, cuando ello sea necesario, que defecas diariamente."

Raúl Barón Biza, El derecho de matar.

La novela completa muy pronto, en el interpretador, "30 números".

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*"La primera edición de El derecho de matar lleva por fecha el año de 1933 y la tirada era de 5.000 ejemplares. De una segunda edición se tiraron 25.000 ejemplares. Y de una tercera edición, de 1935, el tiraje fue de 50.000 libros. En todas las ediciones se mantuvieron las ilustraciones (que elinterpretador no reproduce), aunque una de ellas, de las más blasfemas, no fue incluida en la segunda edición. Del libro existe una edición pirata, o bien clandestina, y quizás más de una. En 1949 Ediciones Biyou lo reeditó, con o sin permiso. En este caso tiene sobrecubierta con ilustraciones naif –una pareja besándose— y el color de la tapa es blanco y rojo. Difícil saber si la edición pirata fue obra de corsarios profesionales de la letra de molde o si fue alentada por el propio autor. De la novela de Barón Biza se realizó una adaptación teatral a cargo de Marcos Bronenberg, Mario Bellini y Ricardo Ruiz, que fue publicada por la revista Argentores en su número 95 del 12 de marzo de 1936, en cuarenta páginas”. Barón Biza, el inmoralista, Christian Ferrer, pág. 248, Editorial Sudamericana, 2007.

jueves, marzo 22, 2007

Adelanto exclusivo

LA CHARLA QUE SORIANO DIO EN LA FACULTAD
Organizada por la Secretaría de Extensión Universitaria y el CEFyL

"Si tuviera que hacer un perfil periodístico de Osvaldo Soriano, diría que es un escritor perezoso, pero muy cuidadoso con las palabras, que tiene una colección de palabras que jamás escribiría, y de cosas que no haría en la vida, que es alguien que camina por la cornisa de la literatura, está allí."
Osvaldo Soriano, Facultad de Filosofía y Letras, 11 de Noviembre de 1991.

La charla completa muy pronto, en el interpretador, "30 números".

viernes, marzo 16, 2007

martes, marzo 13, 2007

Rexistencia 34 - Una calle arriba

Después de una noche insólita por toda la ciudad, de Palermo a La Boca, de La Boca a Olivos en el colectivo 29, ahora iba con el sol en punta en mi cabeza, sin dormir, caminando barrios porteños acomodados, en dirección a Plaza Francia este domingo pasado, a vender objetos maravillosos.

Para cortar camino, me metí sin permiso, casi escalando por lo empinado de la calle, adentro de una especie de country en plena Buenos Aires. Me miraban raro esos hombres de seguridad, pero no se atrevían a cuestionarme el andar, dudosos de mi condición de hijo de, de amigo de, vaya uno a saber. A veces, mi destino de obrero blanco me hace pasar La Puerta.

No decían nada en esa calle con autos modernos. Iban y venían, cargando raquetas de tenis y palos de golf. Si iban, subían; si venían, bajaban, pero no decían nada. Insistían: nada, nada, nada. Orgullosos de su cine mudo, de las bocas no les salía ni mu, todo lo que pasaba en ese barrio sucedía en la cabeza, las cuerdas vocales sufrían parálisis crónicas y la charla era un eco, casi imperceptible, que las moscas apagaban mientras volaban de una ventana a la otra. Las conversaciones eran cosas que estaban pasando en el Bajo. Si llegaban hasta acá, enseguida les pasaban el trapo lleno de cif y detergente. Por eso el aire rebosaba limpio y era tan bueno que los chicos pudieran respirarlo.

Yo seguía cargando mi mochila negra, con el horla y el curandero del amor en efecto residual, adoquín tras adoquín en mi escalera al cielo. Por todas partes, señores callados desarrollaban el sentido de la vista. Seguramente, de esos balcones corridos podía verse todo lo que pasaba en la ciudad: chicos ricos pasados de vueltas del sábado todavía corrían picadas en la Avenida del Libertador, los custodios dormían parados en la puerta de la Embajada de Inglaterra, los remises traían gente a la izquierda del tablero. Arriba podían verlos los jugadores del TEG con largavistas. Nada se decía; nada se tapaba. El sol levantaba vapores de toda la planicie, pero a las nubes se las llevaba el Río de la Plata.

No decían nada en ese barrio secreto de la oligarquía. Pensando mis cosas, se me ocurrió que estaría construido como la antítesis de Ciudad Evita. Igual que aquél, éste también tendría forma de busto. Visto desde un helicóptero, podría reconocerse la cabeza del General Aramburu, o del Almirante Rojas.

Me había convertido, sin saberlo, en un espía del Conurbano, en un infiltrado de La Matanza.

Quizás se enteraron a tiempo de mi presencia, o me dejaron pasar a propósito para darme falsa información. En fin, ese silencio no era ingenuo. Tenía tanto consenso mientras yo pasaba entre ellos, que ni siquiera a mí se me ocurrió decir nada, preguntar adónde estaba, para qué lado tenía que ir. Estoy seguro que ese no era un silencio al azar, estaba preparado de antemano, obsesivamente, estudiado en cada detalle por sus arquitectos y urbanistas en caso de peligro.

Después de un rato, de algún modo, logré bajar. Fue de golpe, por una callecita pelada, que me expulsaba con violencia por el plano inclinado, como si me estuviera vomitando. Traté de orientarme y finalmente recuperé mi rumbo, cansado, pero a toda marcha.
Atrás, en lo alto, reagrupaban imágenes para relatos infantiles. Los padres enseñaban a los hijos, y éstos, herederos, contaban en los balcones ovejas del futuro.


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Rexistencia 33 - Rex y la camarera --------------------------------------------------------------------------------------------------------

domingo, marzo 11, 2007

viernes, marzo 09, 2007

Rexistencia 33 - Rex y la camarera

Hay una camarera que me gusta desde hace tiempo. Cuando voy a vender objetos maravillosos a su bar, ella siempre me devuelve la mirada. Pero he decidido no hablarle. "He". Lo digo así, en pretérito perfecto, esa conjugación de sonoridad peculiar y libresca que cultivó con maestría el hombre que puso un punto y coma en la historia de la narrativa moderna. Es que quiero darle un tono bien trascendente a este asunto, de idea de alta literatura, anacrónica por supuesto, acorde a las fantasías románticas que se me ocurren mientras pienso tantas cosas entre las mesas de Palermo, por las noches, cuando camino, o espero.

En esta zona, vislumbro un posible mito de autor, y con él la visión de un universo completo que podría darme cuentos, poemas y post.

Querida camarera que no conozco tu nombre, somos los campeones más selectos entre la realeza de los sencillos. Hoy se me antoja invocar a un Melville arltiano, en aras de este romance secreto, para que, en lo sucesivo, cualidades elevadas, aunque oscuras, brillen en torno a nosotros, bajos marineros, renegados y proscritos de Palermo Hollywood.

En el tiempo de la venta hay una rebarba temporal, un tiempo secundario, repetido o sobrante, proclive a la imaginación. Sucede casi siempre en la mitad de las operaciones, mientras las chicas se prueban todos los anillos. Entonces, me nace una especie de William Wilson, un horla cargando la mochila, mi propio curandero del amor, Ramón Paz para la guerra y por La causa de la guerra, cocinado salvajemente en el horno de mi barro hipotalámico, hijo sensible del capitalismo pero rebelde a éste por ser ambulante, de nombre Rex y de apellido Miles, memorioso, superhéroe, bonaerense, peronista, decembrista, gran hermano.

Rex Miles significa Rey soldado, en latín. Acuñé el nick jugando al Age of Empires, donde me cansé de flushear y rushear rooks con arqueros y piqueros chinos. Ahora, el Rey soldado lucha sus batallas afuera de la computadora, por dinero, besos y teléfonos; es un rey ornamentado de piedras de colores, soldado con varillas de plata al 20 por ciento, industria nacional.

En esa rebarba temporal, de analogías mencionadas, interpretadas y linkeadas, no puede faltar la figura de una doncella clásica, una enamoradora a diestra y siniestra, una musa de Petrarca, de Shakespeare o de Dante: mi camarera.

Por suerte, hasta ahora no recurrí a los bastoncitos pop neobarrocos de mi discurso vendedor para conquistarla. Mejor –pensé- dejemos que el silencio la aturda. Es que las muletillas de la venta son efectos potentes pero de corto alcance. El silencio, en cambio, es un verdadero poder afrodisíaco. ¿Quién está por encima del silencio?

La otra noche, estaba vendiendo en una mesa y entonces se acercó ella. Preguntó si podía retirar los platos. Yo corrí un poco las cajas, para no obstaculizar sus movimientos, mientras le miraba las manos, los dedos largos sin anillos. Capaz estaba nerviosa, porque en un momento empujó sin querer una botella de vino vacía, que empezó a caer, irremediablemente. Pero en un acto reflejo, digno del Loco Tesorieri, de Vaca o de Musimesi el arquero cantor, atrapé la pelota de vidrio en pleno vuelo.
Enseguida le devolví la botella de vino, mientras le ponía los ojos a toda potencia.

Entonces, la camarera, mi inspiradora camarera, me dirigió la palabra por primera vez:

—Gracias Juan.

Ah, bueno, casi me caigo al piso, como la botella de vidrio. ¿Qué mano, en un acto reflejo, me hubiera salvado? ¿Desde cuándo ella sabía mi nombre? ¿Quién está por encima del silencio?


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Rexistencia 32 - El patio y las estrellas --------------------------------------------------------------------------------------------------------

jueves, marzo 08, 2007

Taller de escritura

Espacio de discusión y trabajo sobre textos literarios.

Dos horas semanales: Jueves 19/21 o Domingo 18/20

Arancel: $70

Coordina Santiago Llach
santiago.llach@gmail.com

martes, marzo 06, 2007

Ojos carcomidos por el humo de los caños de escape

“El amor de los jóvenes no está en el corazón, sino en los ojos”
W.S.



fondo empedrado a las doce
en punto

hombres oscurecidos esperan
en las paradas de los colectivos

a través de la cerradura
del eco
se oyen
sus conversaciones

ahí viene ella
lleva puesto un vestido largo
por momentos su figura
se deshace

ojos blandos carcomidos
por las venas rojas de la alergia al humo
de los caños de escape

piedra tras piedra retumba en la imagen
el motor de la máquina perspectiva
remolca la vista abajo del puente
sobre casilleros de adoquines golpeados
hasta el cansancio

ella se desmorona en el fondo
y mi beso se estampa a la nada
cae de la rama
este beso se rompe la boca
la nariz
toda la cara de mi beso se desfigura
por el viento en contra

espera
la veo venir pero nunca
llega

al costado
hombres oscurecidos y sombras
se meten en la cosa de mi ojo

camina camina bichito camina camina camina camina camina

segundo plano mundo duplicado reemplazo del trabajador
suplencia del ciudadano criminal ilegal camina bichito marginal

pantalón salpicado en la zanja
bicho y menos hombre
perro y menos artista
caminante
vendedor ambulante

adelante

ella lleva puesto un vestido
largo
que el viento le vuela

atrás

del humo
de los caños
de escape

a veces sigo el rastro de su brillo
a través de los agujeros que deja
el aire gris espeso
flotante
en el fondo empedrado
y la veo
ella se ríe despreocupada de la distancia
y me saluda
justo a la medianoche
entonces gotean mis ojos carcomidos
el océano de todos los años
y mi cuerpo finalmente se evapora
desmayado
flotante como el humo de los caños
de escape
y se oscurece como el humo
de los caños de escape

lunes, marzo 05, 2007

Vendedor ambulante

fatisco porteño delta X de mi vida
paralelas doble T delta T noche cerrada
adentro de las cajas me viajan multitudes
a velocidades medias descomponen interiores

tejido epitelial mucosa bañada de mucina
digo hola digo anillos digo suerte padrenuestro
mi verborragia electrificada de adjetivos calificativos
entre mesas vende objetos a las chicas fascinadas

me abro paso desgranando compradores potenciales
un reflejo de neutrones recupera ciudadanos
en la trompa encendida se incorporan las lloronas
palabrejas submaxilares e ideas sublinguales

ojos pintados me relojean cada vez más
la cara ambulatoria y el bulto con lujuria
es la hora del sexo con la clientela cenando
mi flujo radiante anilla manos de insulina

poderes afrodisíacos de los islotes de Langerhans
un entusiasmo nuevo se percibe saltarín
como música electrónica el deseo polimorfo
sacude la pista en plena vereda del Bar Único

aumenta el glamour y aparece un pibe de Celina
vacién lo bolsillo en esta ronda de quirusa
a lo gile y a la mina le vamo a reventá
la ampolla del vater primero la croqueta despué

discursos vendedores mano femenina en mano
pierden patas las sillas turcas de la hipófisis
saltando en las baldosas de los pubs una rayuela cuyo cielo
nubla la naturaleza humana por encima de los hombros

vendedor ambulante será peor que axones metálicos
perforando cavidades vierte el cefalorraquídeo burgués
cobra el vuelo a las fénix señoritas renacidas de la crisis:
¡Qué bien les quedan los anillos! ¡Bienvenidas al éxito!