domingo, febrero 26, 2006
sibilancia
Ampere, cap. 6 (fragmento).
viernes, febrero 24, 2006
qué?
real y visceral
¿Y qué sale de todo eso?
Un niño proletario que escribe cuentos urbano-barriales.
El túnel de los nazis
martes, febrero 21, 2006
La música rota
y tiene pulmones que por mil respiraderos exhalan fuego,
puede cambiar sus conductos de respiración
y, cada vez que se mueva, cerrar unas cavernas y abrir otras".
Ovidio, Metamorfosis, Libro XV.
Primero la especulación a mismar, después la escalera en la Facultad de Ciencias Sociales sobre la calle Marcelo T. de Alvear, los ojos verdes que se estampan en la tela de suave nocturnado, zambar el beso en Plaza Houssay, el viaje a Ushuaia con los primeros objetos, el consoliente azul junto al Lago Argentino en el Parque Nacional Los Glaciares, alcanzarte en el paseo, pero breve, pero trágicos los episodios entintados, pero de amor la convivencia supura en Haedo, el grito feroz y el final con el timbre arrebata y plasma, encuentra vocecita requebrada el flete que a ella exige con sus cosas y yo, figura herida junto al matinal, no quiero, no puedo tolerar la horrible gente desesperada que grita por mi boca y finalmente escapo Juan famélico por un agujero y ruidar sin detenerme busco la música afuera del departamento horizontal, y corro a toda velocidad hasta alejarme de los cerastas vecinos, de las propétides chismosas, de los ojos, de los dedos, de los jueces de la panadería, del kioskito, del taller mecánico.
Porque ya no quedaban hojitas para mí, facilante, estrechoso fui cuesta abajo hacia Rivadavia y la vía del Sarmiento a través de la calles interiores. Dentral, roctúmbilo después de una mañana de sol blanco en el conurbano residencial, terrené mientras enanizaba el día, y esto no lo sabe nadie me fui junto a la vía a dos cuadras de la estación y pensé seriamente la posibilidad con el llanto y el ojo hinchado y acaso dormir, por qué no, historia maravillosa, música permanente, apoyado junto a mis solsticios treparía árboles debajo del tren, y no me importarían las caras ofuscadas acá, burlonas allá, de los pasajeros, de los transeúntes, de los policías, de los bomberos que me rodearían, porque puertal me acunaría lentamente sobre la hemorragia algodonada y el hormigueo con caricias de la última siesta.
Destellás el límite sentado en la orilla cerca de los rieles y observás los metales en movimiento, antorchás ideas sobre las voces posteriores, sobre el lamento ajeno, de una en particular, el de ella que ahora resplandecés con tu imaginación en la mancha pequeña, vagido suponés que se abrazaría a tu despojo y de este modo conjurarías la angustia, hasta la muerte, y nuevamente entrarían en la casa al final del largo pasillo en la calle Lainez, y sonrisa entre los dos arreglarían los muebles, barrerían el living, a la noche subirían como siempre la escalerita caracol hasta la terraza, donde comieron pan dulce, donde vieron estrellas, donde descubrieron al colibrí entre los árboles, pero campito distante el preámbulo cede y el pasto se marchita detrás de la cortina, se deshace el paisaje que te pegaste y nuevamente surge ante vos la ciudad profunda, indiferente, y ahora escuchás el ruido, nítidás el chapoteo de los rulemanes, te apabulla el tren que puede aplastarte, que puede arrastrarte las tripas durante cientos de metros, y te espantás y das un paso atrás, y otro, y uno más, y qué vas a hacer ahora, decime qué, caído, pálido, decímelo, agrietado, gritás, llorás, la gente te ve, te caés y querés rezar, te arrastrás como un loco sobre la basura, y esto no lo sabe nadie, Juan encadenado, afónico en el patetismo, inventado para el piso, no habrá salida para vos, no habrá gentilezas que te alcancen, sólo años interminables, aferrado al dolor en el estómago, al herpes en el ojo, a la alergia y el edema de glotis, a la erupción, al prurito, a la fobia, al miedo y a la marchitez galopante, que el cuarto negro y chiquito te espera en Boedo, limpiador de inodoros, y allí comerás negrura y comerás silencio y nada te alcanzará, muerto de hambre, y ella no contestará tus llamados y así volverás a la idea junto al balcón y el vacío, pero nuevamente darás un paso atrás, y otro, y uno más, y aunque te martillen la sien te atarás a la pata de la cama como un cobarde.
Retomé como pude los estudios en la Facultad de Filosofía y Letras, pese a la infavorable que me espoleaba, y al suave tampocolio asistí aún con la salina pegajosa en la cara, con la asustadiza, con la mano mutilada, y pedí lecturas y pedí personas. Algunas de ellas se interesaron parcialmente en mí y quisieron acompañarme en mis horas arrebatadas. Yo respondí al adosamiento de las manos y acepté café y acepté conversaciones y acepté fiestas. Tenía el vacilante y la medida inalcanzada de un largo año cuando llegó el verano y una propuesta de campamento, de sur, de bosque. Pensé que era mejor que mi cuarto negro; sí, te conviene ir, me dijeron muchos. Sí, me conviene.
Cuando elegíamos el lugar, el voto masivo sobre el mapa señaló el Parque Nacional Los Glaciares, y yo entrelazado hocico espumeante coloreé el pasado y a ella y comencé a sangrar, Juan cadáver tibio. Me puse pálido; les dije que mejor fuéramos a otro lugar. Pero mínimas las intenciones me rechazaron y tuve que decidir si volver o no volver.
Por la soledad intolerable, por la pieza ningún pájaro, ojalé pusilánime, llené la mochila y compré los pasajes para la cárcel itinerante junto a los conocidos. Nunca la realidad sería tan interna, nunca el espacio tan temporal ni tangible como esos días la locura.
Empecé a llorar a escondidas, a rechazar los paseos, a callarme, a irme solo al bosque. No mirar el Glaciar Perito Moreno, no mirar la loma dorada, no mirar el caminito ascendente, no salir de la carpa, no verte por favor. ¿Qué le pasa a Juan? Juan me da miedo. ¿Para qué vino si va a estar así?
Todos estaban enojados conmigo. Secreta culpa, ave plateada, tan terrible y tan linda, vuelve y se une a mi cuello, me hiere con su espada curva, me arranca la piel, me despedaza. Me miré en un espejo, degenerado progresivo, ¿en qué me estaba transformando?
El grupo planeaba seguir viaje hacia El Chaltén. La última noche cerca del Glaciar, después de una semana a tan grandes dolores, una noche junto al fuego les dije que me iba, que no soportaba más, que me disculparan. No me tambores, no me veas, no lo hagas más.
Las miradas de mis compañeros se volvían más feroces y frente a todos me llené de agujeros como una flauta, después me traspasó el aire y por fin lloré por todos lados sonidos desprolijos, caóticos, fragmentados, escamados de anécdotas incoherentes, de detalles que a nadie importaba, y nunca fue tan humillante un llanto, nunca objeto de tanta acusación.
Se fueron. Apenas se despidieron de mí, que preferí quedarme solo un día más en el Parque, antes de ir a Calafate y comprar el boleto de regreso.
Cuando estañar perfiles la tarde caía, decidí buscar leña en el bosque sobre la colina para mi fuego único. Preñado por el desastre ahora juntaba ramas, juntaba piñas y dudaba de todo, paranoico, al borde nuevamente de la idea, del hormigueo y la siesta final, pero espalda inmediata, formas del agua, de repente, ¿una alucinación?, ¿un brote psicótico? –yo creo que no, a veinte metros de mí caminaba en contacto un zorro colorado, tranquilo, tan verdadero como increíble, que olfateaba por momentos los árboles cuajados.
Lo miré fascinado. El también se detuvo y me vio fijamente.
Alrededor la naturaleza me ocultaba de los enfermos y me recomponía, pedacito a pedacito, aquellas partes que se doblan, encrucijada de las probabilidades, Juan por leves hojas, y el zorro tan hermoso y tan núdico para la contemplación se mantuvo incólume durante aproximadamente media hora, una eternidad.
Nos mirábamos a los ojos -encamínate a mí.
Después de un largo tiempo, lento como el crecimiento, o como las manos que deshacen nudos, de pronto giró la cabeza rojiza y naturalmente continuó su camino hacia la profundidad.
Me senté un rato en el bosque, sin amenaza alguna. Después, volví al campamento.
Hice fuego, miré el cielo y las espirales gigantescas mucho más tranquilo que antes, Juan combado, mordido por alimañas sedantes, ahora no me llevaría la confusión, ni el miedo, ni anunciaría mi muerte, ahora dormiría en el alta mar y después amanecería, iría a Calafate y tomaría un avión que me devolvería a Buenos Aires, pero eso sería después, ahora me acostaría al ras del suelo y de la noche austral, desvelado suavemente por la paz pasaría estas horas junto al Lago Argentino sin ella, sin imágenes dolorosas, solitario como el zorro del bosque, o junto a él, si volviera.
lunes, febrero 20, 2006
domingo, febrero 19, 2006
Bichitos colorados
sábado, febrero 18, 2006
A Oscar Lorenzo Cogorno.
Al Racu y la pastoral villera.
A mi mamá, presidente de mesa que se llevó la urna al baño porque no confiaba en los fiscales.
Al padre Franco, cura obrero.
A la mujer del kiosko quemado, que nos conseguía alimentos de la Municipalidad, que descanse en paz.
A la gente de Las Achiras y a todos los que estuvieron en la noche de reyes peronistas.
Al camionero y los militantes del galpón de San Justo.
A Teresa de la calle San Pedrito (causa de este post), que según me contó mi amigo Víctor (su hijo) ayer por teléfono, le prende velas a Santa Evita.
Santa Evita
He oído versiones de que el gobierno de Aramburu ordenó hacer tres o cuatro copias perfectas de la momia de Eva con resinas de poliéster y fibra de vidrio, y que una de esas copias fue a dar al puerto de Hamburgo, donde el coronel Moori Koenig la confundió, en 1961, con el cadáver verdadero. La viuda de Moori Koenig ha confirmado ese dato. Cabanillas lo niega, con énfasis.
No hubo copias", dice. "Nunca se nos ocurrió que podía haberlas. En los asuntos de inteligencia, como usted sabe, echar a correr un rumor suele tener más peso que imitar la realidad."
¿También lo de las flores y las velas es falso?, pregunto. Aludo a la versión de que, donde quiera estaba el cadáver, aparecían flores y velas.
Eso es verdad", dice Cabanillas. "Sucedió cuando la teníamos deambulando por Buenos Aires. Las flores y las velas nos volvían locos."
***
"Maturini intervino una vez más", continúa Cabanillas. "Con el pretexto de que se trataba de una ceremonia religiosa, no les permitió entrar. Por fin, abrimos la tapa del ataúd. Me paralizó la sorpresa. Estaba todo lleno de polvo de ladrillo, de cascotes. El aire se llenó de una bruma bermeja, y hasta que no se despejó no pudimos ver el cadáver que seguía allí, intacto. Uno de los operarios se inquietó al verlo. ¿Acaso esta mujer no murió en febrero de 1951?, dijo en alta voz. Todos asentimos. ¿Se dan cuenta? Lleva en la tumba más de veinte años y parece que siguiera viva. ¡Es una santa!, gritó otro de los operarios. Entonces cayeron todos de rodillas rezando el Ave María y repitiendo ¡Miracolo! ¡Miracolo! Una vez más, la sabiduría de la Iglesia acudió a salvarnos. Dos de los hombres estaban despavoridos y querían salir. La hermana Giuseppina los detuvo y les dijo: ¿No ven que ha sido embalsamada? Esa simple verdad los tranquilizó."
***
"La hermana Giuseppina desnudó el cadáver y lo limpió con mucha destreza. Nos sorprendimos de que fuera tan chico, casi como el de una muñeca, y de que diera tanta impresión de vida. Volvimos la espalda cuando quedó al descubierto el monte de Venus, con su pelusa fina, y ayudamos a la monja a que le pusiera una mortaja y le cubriera la cabeza con una mantilla. Hizo falta desenredarle el pelo, quitarle algunos broches oxidados y volver a peinarla. Sólo entonces la pusimos en el ataúd nuevo."
***
"En 1976, poco después de que la viuda fuera derrocada por una junta de militares depredadores, ambos cadáveres fueron retirados una mañana de lluvia y enterrados en lugares distintos: a Perón se le asignó un mausoleo en el cementerio de la Chacarita, donde una década más tarde lo profanarían, cortándole las manos. A Eva la llevaron al de la Recoleta, en una zona oligárquica de Buenos Aires que ella odiaba. Con Perón no se tomaron precauciones de vigilancia. Eva, en cambio, yace en el fondo de una cripta, cubierta por tres planchas de acero, cada una de las cuales tiene una cerradura con claves de combinación.
Hacia el mediodía de aquel 26 de julio decidí visitar la tumba de Evita. El lugar estaba desierto, y en la entrada de su mausoleo había unas pocas alverjillas blancas y un par de velas encendidas. De pronto, vi que se aproximaban al lugar cinco o seis viejos. Arrastraban los pies, caminaban con un curioso bamboleo. A la cabeza marchaba un personaje macizo, marcial, al que no hacían mella los años. Levantaba un bastón y trataba de llamar la atención de los escasos paseantes: "Vamos a rezarle a nuestra santa", decía. "¡Vamos a despertar a Evita!"
T.E.M
El hijo de la maestra
Dedicado a mi madre, Celina Zaldarriaga.
Objetos maravillosos 6 - Improvisación
Una clienta se prueba un anillo de piedras blancas modelo "la cumbre de los encantos".
-Me gusta -dice la chica sentada en Freak Roy-, lástima que tiene una piedra que está fea, está oscura.
-Mmmm... ¿sí?... a ver,dámelo... mmm... ¡ah!, nooo, esto es a propósito.
-¿?
-Sí, es para cortar con la monotonía del blanco.
-Aaah.
-Este anillo está buenísimo, te re conviene.
-Bueno, me lo llevo.
-Bienvenida al éxito.
Objetos maravillosos - 5 ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
viernes, febrero 17, 2006
Ampere
jueves, febrero 16, 2006
Rexistencia 25 - Punta Médanos
miércoles, febrero 08, 2006
martes, febrero 07, 2006
San Ernesto de la Higuera
lunes, febrero 06, 2006
Correspondencia
Escuela 137, Olavarría y Martín Ugarte (ex Av. Cruz), Villa Celina.
From: Pedro
To: el interpretador
Sent: Wednesday, January 25, 2006 12:27 PM
Subject: Re: Para Juan Diego Incardona
From: "Pedro"
To: "el interpretador"
Sent: Saturday, February 04, 2006 1:05 AM
Subject: Regalo
Juan: Te mando esta foto que te traerá gratos recuerdos. La Escuela 137 cuando aún existían los campitos al fondo de la misma. Un abrazo...
domingo, febrero 05, 2006
sábado, febrero 04, 2006
Rexistencia 24 - Se llevaron a Totó
Rexistencia 23 --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
viernes, febrero 03, 2006
Correspondencia
From: "Casla"
To: <Rex>; <Juanpi>; <Santi>; <Pedro>; <Obelix>; <Terra>
Sent: Thursday, February 02, 2006 4:01 PM
Subject: question
> Amigos: estoy muy preocupado porque alguien entró y hackeó el blog de mi ídolo Juan Incardona y desde hace unos días aparecen dibujos animados ¿O es otra vuelta de tuerca del gran artista conceptual? Que alguien me responda, please...
----- Original Message -----
From: "Terra"
To: Casla
Cc: Rex; Juanpi; Pedro; Santi; Obelix
Sent: Thursday, February 02, 2006 4:05 PM
Subject: Re: question
Es la retro-vanguardia de Celina que crece y se diversifica...
----- Original Message -----
From: "Obelix"
To: Terra; Casla
Cc: Rex; Juanpi; Santi; Pedro
Sent: Thursday, February 02, 2006 4:32 PM
Subject: Re: question
Atte.
From: "Rex"
To: Obelix; Terra; Casla
Sent: Thursday, February 02, 2006 6:06 PM
Subject: Re: question
jueves, febrero 02, 2006
Por una cabeza
(1)"Mentado". Agradezco a Fabián Casla por permitirme usar esta palabra que nos gusta a los dos. Para escucharla en todo su esplendor, recomiendo el tango "Tres amigos", de Cadícamo: "Tres amigos siempre fuimos en aquella juventud, era el trío más mentado que pudo haber caminado por esa calle del sur..."